Frente al aumento de los ataques con ácido y sus consecuencias, la academia reflexiona sobre el papel de la educación en la convivencia ciudadana.
Lya Yaneth Fuentes, coordinadora de la Línea Género y Cultura de la Universidad Central y directora nacional del proyecto Fortalecimiento de la Equidad de Género en la Educación Superior (Feges), contesta algunas preguntas sobre este tema.
Noticentral: ¿Cuáles son las causas por las cuales considera que se da un ataque con ácido?
Lya Yaneth Fuentes: para dar cuenta de las causas que llevan a una persona a quemar con ácido a otra, es necesario realizar estudios cuantitativos y cualitativos en el país. Según Medicina Legal el ataque con ácido es una forma de violencia interpersonal. La violencia interpersonal se define como el daño físico o mental que el agresor produce a una persona, sin que la agresión le produzca la muerte. De allí que este tipo de violencia se considere como una "lesión personal". Aunque en Colombia, según parece, aún no hay estudios que den cuenta de manera sistemática de las causas de este flagelo, los ataques con ácido están asociados con los celos y la infidelidad, tanto de hombres como de mujeres, con el rechazo y/o voluntad de las mujeres de separarse de sus parejas, ya sean sus novios o cónyuges, con la necesidad de dominio y control masculino de la sexualidad de las mujeres, y con el hecho de ser bonitas. Este primer grupo de razones se engloban en lo que se consideran "motivos pasionales". Otras causas se relacionan con envidias, peleas entre vecinos/as, riñas y venganzas, y en menor medida con robos.
N. C.: ¿Cuáles considera que son las causas de fondo por las que ocurre este tipo de violencia?
L. Y. F. Considero que el trasfondo de los ataques con ácidos, así como de otras modalidades de violencia, como lo indican los recientes hallazgos de mujeres en maletas en Bogotá, tiene que ver con la perdida generalizada del valor y el respeto de la vida del otro como un derecho sagrado, y por tanto, inviolable y fundamental. Vivimos en una sociedad que hace tiempo rebasó todos los límites y donde por el contrario, con frecuencia, se celebra el incumplimiento de las normas y valores básicos para la convivencia social.
N. C.: ¿Estos ataques podrían explicar las relaciones desiguales entre hombres y mujeres?
L. Y. F. Los ataques contra las mujeres se explican, en gran medida, como consecuencia de relaciones asimétricas entre hombres y mujeres, en las cuales las mujeres son consideradas como un objeto sexual sobre el cual se ejerce poder, dominio y control. En cuanto objeto, en este tipo de relaciones, las mujeres se consideran propiedad del otro, de allí que la expresión "si no es para mí, no es para nadie" sea un lugar común. Los ataques con ácido buscan marcar para toda la vida, bajo el argumento de frases como "para que se acuerde siempre de mí" y operan como castigo y venganza para aquellas mujeres que se atrevieron a decir no.
N. C.: ¿Qué acciones pedagógicas se podrían adelantar desde las universidades para contrarrestar estos actos de violencia?
L. Y. F. En primer lugar, es un deber de las universidades adelantar estudios serios y rigurosos, sobre todo se requieren investigaciones cualitativas. En Colombia se ha dado prioridad a la indagación de la Violencia con mayúscula, la que se da en el marco del conflicto armado y de la guerra, que por supuesto tiene implicaciones políticas y sociales muy graves para el país. Sin embargo, las estadísticas indican que la mayor cantidad de hechos y muertes violentas se dan en las relaciones interpersonales y en la vida cotidiana. Según Corpovisionarios, una persona tiene mayor probabilidad de morir en una riña que, por ejemplo, en un atraco.
N. C.: Además de observatorios, cómo se puede llevar a la acción un plan para contrarrestar estas violencias?
L. Y. F. Hay que tomar muy en serio esta problemática, es decir, volver el tema de las violencias prioridad en las agendas públicas. En realidad las violencias son más un síntoma, de tal forma que lo que habría que hacer es formar a nuestros docentes y administrativos en las tres culturas: cultura ciudadana, cultura política y cultura democrática. Este tipo de formación apuntaría a formar profesionales que reconozcan y cumplan las normas, que reconozcan y respeten las diferencias y la diversidad, que prioricen el bien común y el bienestar colectivo, que asuman como principios la igualdad y la equidad y que rechacen cualquier tipo de violencia y discriminación. Por último, urgen campañas de comunicación que sean creativas, permanentes y orientadas a cuestionar y transformar valores, prejuicios y estereotipos.