Óscar Sánchez, coordinador de Educapaz, visitó la UC para hablar sobre el panorama actual de las zonas rurales y de posibles estrategias para lograr una educación con enfoque territorial.
Cuando Óscar Sánchez Jaramillo, consultor internacional en educación y en participación ciudadana del PNUD y exsecretario de educación del Distrito, describe un corregimiento afectado por el conflicto en Colombia, sus palabras enumeran condiciones y circunstancias que difícilmente quienes viven en las ciudades pueden imaginar: falta de agua, de energía y de comunicaciones; escasa o nula presencia de la fuerza pública; población decreciente; pocas o ninguna vía de acceso y ausencia de colegios y maestros. En pocas palabras: abandono y aislamiento.
Condiciones estas que son provocadas y agravadas durante años por el narcotráfico, las tomas, el desplazamiento, la extorsión, el silencio al que obliga la violencia y por unas condiciones geográficas que se suman al fuerte centralismo y a un aparato estatal cuya presencia, debilitada por la corrupción, se desvanece mientras aumenta la distancia entre las regiones.
En Colombia, esta distancia se traduce en desigualdad y exclusión de las zonas rurales afectadas por el conflicto (150 municipios) y en deficiencias que tienen que ver directamente con infraestructura y alcance institucional. Basta saber que en muchas cabeceras municipales no existe la educación inicial y el acceso a la educación primaria y secundaria todavía está condicionado por la falta de recursos básicos como alimentación, transporte y vías. Se gradúan menos de 10 bachilleres cada año y las opciones de educación media y superior son nulas.
“Si uno no trata de ver eso con sus propios ojos y de palparlo con su propio cuerpo no lo puede comprender”, afirmó Sánchez, quien actualmente coordina el Programa Nacional de Educación por la Paz, Educapaz Colombia, en su visita a la Universidad Central, donde se reunió con directores de todas las áreas para dialogar sobre los hallazgos y propuestas de este ambicioso proyecto que pone la mirada sobre comunidades afectadas por el conflicto en zonas remotas.
Esta iniciativa de acción local, incidencia e investigación está integrada por organizaciones de la sociedad civil, entre las que se encuentran varias fundaciones, la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes y el Centro de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali. Entre otras actividades se dedica a observar, estudiar y proponer acciones para construir paz mediante la educación, y también asesora al Ministerio del Posconflicto.
La estrategia
Educapaz plantea acciones a largo plazo desde un enfoque del fortalecimiento de las capacidades institucionales, territoriales, nacionales y de los individuos, al prestar especial atención a personas y poblaciones que han sido particularmente afectadas por el conflicto sin olvidar que, como señala Sánchez, “aunque la educación contribuye a la formación de capacidades en los individuos y puede contribuir a la construcción de capacidades en las instituciones, no todo depende de ella”.
Esto implica un cambio de mirada sobre la función de la educación, así como la identificación de las necesidades reales de dichas poblaciones; establecer un diálogo con sus habitantes, tomar en cuenta sus contextos, sus expectativas y las secuelas sociales y emocionales que les ha dejado la violencia, para que puedan, al mismo tiempo, ser partícipes de sus propias transformaciones y reivindicaciones.
Con ese objetivo, Educapaz busca sensibilizar a los diferentes actores sociales sobre estas problemáticas y convocarlos en torno a una serie de propuestas con las que se pretende mejorar a largo plazo la situación de los territorios apartados, al crear condiciones mínimas de infraestructura, evaluar la implementación de la educación inicial, promover el empoderamiento de los docentes, crear condiciones que les ofrezcan garantías y propender por el interés en el contenido de la educación y la calidad.
Crear cultura de paz
Cómo convocar y reunir en la escuela a niños, jóvenes y adultos (víctimas, excombatientes, etc.) para construir un proyecto colectivo de reconciliación, perdón y cambio social y cómo crear un currículo que piense la educación contextualizada en la realidad rural, el arte, el deporte y la ciudadanía son solo algunos de los retos que enfrenta el país. Pese a que se atraviesa un momento económico desfavorable, los investigadores de Educapaz plantean que es posible afrontar el desafío si existe la voluntad y se crean redes que faciliten este trabajo.
“Hay que tener un enfoque hacia poblaciones y territorios y tiene que haber una política muy fuerte”, recalcó Sánchez, al aludir a la importancia de articular los planes y proyectos en el marco del Plan Decenal de Educación, el Plan Nacional de Educación Rural, el Conpes del Posconflicto o posibles reformas al sistema de educación como parte de los acuerdos.
“La Universidad Central —cuya delegación de estudiantes en el programa Manos a la Paz fue la más numerosa— ha mostrado un gran compromiso con el cambio social, que en este caso se llama paz”, destacó Sánchez durante su exposición, con la que abrió las puertas a un debate que requiere especial atención y participación de quienes están comprometidos con la educación.
Por su parte, los docentes y directivos de la UC hicieron anotaciones críticas y reflexivas sobre el enfoque de la educación socioemocional para la ciudadanía como vehículo para el cambio social; la formación de los maestros y los imaginarios que se tejen en torno a ellos; el papel de las instituciones, su debida y poco efectiva articulación y el manejo de las políticas centrales como una forma de iniciar la discusión de un problema altamente complejo, que necesita de la participación de todos, de ponernos en los zapatos de los otros.