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“Para los males, el arte”

Con esta frase Santiago Sánchez, egresado de Ingeniería Industrial, recuerda a su abuela y reflexiona sobre la necesidad de asumir formas distintas de pensarnos en esta época de aislamiento.

para los males el arte

 

Días atrás tuve la oportunidad de leer algunas recomendaciones realizadas por la Dra. Edna Rocío Rivera, directora del Dpto. de Comunicación y Publicaciones, en su artículo ¿Quién quiero ser durante el covid-19?, que me recordaron las palabras mencionadas la noche de mi graduación.

Su mensaje estaba enfocado principalmente en un crecimiento personal y profesional, obtener un nuevo conocimiento, reforzar la cadena de contactos e incluso mencionaba la importancia de no dejarse consumir por el miedo mediático y el pánico social que se ha infundado. En otras palabras, y como ella lo nombró, preguntarse quién quiero ser.

Bueno, no solamente confirmo mi apoyo a estos conceptos y recomendaciones de nuestra directora de Comunicaciones. Quisiera añadir otras reflexiones, pues considero que si bien menciona mecanismos necesarios para sobresalir, aun en condiciones normales, como valores familiares, personales y profesionales, fundamentales para nuestro desarrollo y evaluación (adaptabilidad, tolerancia, agradecimiento, esfuerzo, entre otros), es igualmente necesario e importante recordar qué solíamos ser. Como dice el adagio popular, ¿cómo puedo saber a dónde ir, si no sé de dónde vengo? y es justo eso en donde quisiera centrarme.

Nos encontramos inmersos y atiborrados de información, de la idea de sobre productividad; oímos decir que se debe tener resiliencia, sin que la gente conozca su significado. Nos dicen que, si no salimos con un nuevo conocimiento, un negocio o una innovación no estamos aprovechando el tiempo que hemos tenido en cuarentena. Pero, ¿en dónde queda el libre pensar?, la posibilidad de descanso mental de malas noticias, ¿acaso no es posible relajarnos por un momento y no tener la necesidad de sobre producir?

Es así como hace un par de días al sentarme en un sillón y volver a ver aquellos viejos álbumes de fotografías, entre aquellas figuras polvorientas y olvidadas al fondo de un armario vi una imagen que me devolvió a la infancia, la sonrisa pintada de labial rojo escarlata de mi abuela Cecilia, una señora amable y bondadosa, tranquila y sencilla en su actuar, con una nobleza que hoy día es imposible de encontrar en alguien con tanta experiencia vivida.

Vino de inmediato a mi memoria su frase “para los males, el arte”. Y es que ella, sin saberlo en ese entonces, era una artista: cantaba, dibujaba y cocinaba (obras de arte inventaba para que nietos). Una señora necesitaba tan poco para ser feliz, pero que disfrutó la vida como pocas.

Y es que era en esos años, en los que ella ni sabía el significado de la palabra escarlata, que con solo imaginación y un poco de inocencia creábamos arte. Donde un sofá era una mansión y un simple papel era toda una galería para expresarnos. Volvamos a ser los artistas que nos creíamos.

Y es que tal vez eso sea lo necesario para el autodescubrimiento que nos han planteado en esta época.

Recordemos lo que éramos y lo que hacíamos, no nos dejemos inmiscuir en las obligaciones de la sobre productividad y la necesidad de estar siempre activos, la imaginación es algo que nos está faltando últimamente y es necesario reactivarnos internamente para poder recuperarla.

Preguntémonos qué clase de ser humano queremos ser, pero primero sepamos qué clase de hombre o mujer éramos y quién queríamos ser. Antes de caer en la negación, seamos arte, seamos vida. Aún tenemos para ser, hacer y rehacer; la vida es música, poesía, pintura, literatura, cine. La vida es arte y el arte nos da vida.

Para aquellos que piensan que lo único importante es estar siempre produciendo, hay que pensar que para producir primero hay que pensar e imaginar y así llegaremos a cruzar esa famosa zona de confort que nos han vendido.

No nos sobreexplotemos, que cada día trae su afán y los nuevos vientos soplarán. Tal vez sea eso lo que necesitamos, un poco de labial rojo escarlata en nuestra vida, el mismo labial rojo que Churchill, durante la Segunda Guerra, declaró como elemento de primera necesidad para subir el ánimo. Necesitamos nuestro propio labial rojo.

Santiago Andrés Sánchez Gaitán
Egresado de Ingeniería Industrial
Bogotá, D. C., 8 de junio de 2020
Imágenes:Santiago Andrés Sánchez Gaitán
Última actualización: 2020-06-08 12:25