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Mestizaje de las artes: cine y música

Alberto Tamayo, director del Dpto. de Cine, participó en la edición 59 del FICCI conversando sobre la importancia de difundir la relación orgánica entre la música y el cine.

Alberto Tamayo
Alberto Tamayo, Andrés Peláez, Pascual Reyes, Ricardo Corredor y Santiago Trujillo.

 

Alberto Tamayo, director del Departamento de Cine de la UC, presentó en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) el piloto del proyecto de música y cine que ha venido desarrollando con Santiago Trujillo, director del Dpto. de Cine y Televisión de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.

Los docentes tienen perfiles similares, pues además de ser cineastas son músicos —Trujillo es violinista y Tamayo es pianista—,  lo que les permitió empezar a trabajar en un proyecto que incluye estas dos artes y a las dos universidades. Si bien no es la primera vez que las instituciones trabajan juntas, esta alianza entre pares ha evolucionado en un ejercicio muy interesante.

La relación entre los dos departamentos empezó cuando Alberto Tamayo fue convocado por la U. Tadeo para hacer la música del cortometraje El último pescador de Taganga inspirado en lo que pasa en el litoral Caribe con el pez león (un pez no nativo de la zona que se reprodujo rápidamente y ahora desestabiliza el ecosistema local).

“Gracias a ese proyecto comencé a trabajar, hace aproximadamente un año, con Santiago Trujillo. Nos cruzamos y empezamos a tocar juntos bandas sonoras sin mayores pretensiones, en un trabajo de revisión. En ese ejercicio se nos ocurrió hacer un espacio interdisciplinar e interinstitucional en el que se hablara de cine y música, un ejercicio de apreciación que también implica un recorrido por autores, sonidos, sensaciones, pero, en especial, en el que la apreciación de la música fuera in situ, en el escenario, con una pantalla proyectando”, explica Tamayo.

Mientras los docentes planteaban este proyecto se encontraron con Felipe Aljure, actual director del FICCI, quien les abrió un espacio en la más reciente edición del Festival —en la línea temática Migraciones y Mestizajes— para armar una charla-concierto abierta al público.

“Generalmente, en esas charlas un grupo de expertos aborda un tema, pero en esta ocasión vimos necesario tocar. Fue la primera vez que materializamos esta idea. Nos presentamos en la sede de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) en un patio muy bello y totalmente lleno, tuvo una gran acogida”, añade Tamayo.

En la charla titulada “Mestizaje de las artes: cine y música” —moderada por Ricardo Corredor, también participaron Pascual Reyes, compositor mexicano de música para cine, y Andrés Peláez, compositor de música para cine y televisión, y fue estructurada como un ejercicio de música programática.

Algunas de las obras que interpretaron los docentes fueron Libertango, de Astor Piazzolla; La lista de Schindler, de John Williams; Summer, de Joe Hisais —tema principal de El verano de Kikujiro de Takeshi Kitano—; Intermezzo de Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni —que se usó en unas escenas que marcaron la historia del cine: el final del Padrino III y Toro salvaje—; entre otras.

“Creemos muchísimo en este ejercicio, en permitirle al público vivir la experiencia estética de la música y el cine. Esta vivencia tiene un peso enorme por el hecho de poder mover las fibras de la gente con una banda sonora que identifica; eso genera momentos emotivos maravillosos”.

De acuerdo con Tamayo, uno de los propósitos de la charla fue compartir la relación que el cine, como expresión artística, ha construido durante su historia con otras artes.

“También se trata de empezar a generar una relación casi intuitiva con lo que la música y el cine pueden hacer. Con la charla no pretendimos que la gente saliera a componer música, sino que presenciaran una experiencia estética, como la que le ofrecimos a los asistentes al cierre del festival La noche americana, en la que la orquesta sinfónica de la Universidad Nacional y un coro interpretaron algunas bandas sonoras. Para la gente ese tipo de experiencias son maravillosas, muy emotivas”.

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¿Qué sigue?

Después de esta exitosa experiencia, Tamayo se propone estructurar un espacio académico en el que tanto los estudiantes de la Tadeo como de la Central se reunan a pensar el cine y la música. Más adelante, se espera que este piloto se convierta en una electiva abierta a las comunidades de las dos universidades.

“La materia Cine y Música existe en la Tadeo, en nuestro nuevo pensum se llama Arte y Cine: Música; también tenemos énfasis en: literatura narrativa, dramaturgia, artes contemporáneas y bellas artes; es decir, queremos que nuestros estudiantes puedan ver las relaciones que tiene el cine con las demás artes, no como nosotros aprendimos historia del arte, que se suele enseñar cronológicamente, por escuelas, sino de manera diacrónica”.

Finalmente, Tamayo agrega: “el ejercicio de la formación y la academia está llamado a expandir los límites del aula de clase, del campus, de la propia universidad inclusive. Necesitamos alimentarnos de otras carreras, otros programas u otras maneras de pensar, otras realidades, y usar el potencial de ambas instituciones para repetir el espacio en el FICCI e impulsar a los estudiantes a involucrarse en proyectos profesionales”.

Daniela Guerrero Acosta
Coordinación de Comunicaciones
Bogotá D. C., 15 de marzo de 2019
Imágenes: Departamento de Comunicación y Publicaciones
Última actualización: 2019-06-11 12:46