Así lo expresa Aleyda Gutiérrez, respecto al reto de continuar con la labor que los dos maestros le han legado al frente del Dpto. de Creación Literaria.
Aleyda Gutiérrez comenzó su recorrido en nuestra Institución en el año 1997, cuando existía el Departamento de Humanidades y Letras, la primera división por especialidades que reestructuró la oferta académica de la U. Central.
En aquel momento, hizo parte del equipo —encabezado por el maestro Isaías Peña– que construyó los documentos para el pregrado, la especialización y la maestría, “fue una manera de visibilizar lo que veníamos haciendo en el Dpto.”, señala Gutiérrez, quien, como una profesora que se ha formado en esta casa de estudios, ha presenciado la transformación de la Universidad y ha cambiado con ella.
Como conocedora y participante del proceso de construcción del Departamento de Creación Literaria es consciente del legado de los maestros Isaías Peña y Burgos Cantor.
“Estudiar literatura desde la perspectiva de la creación literaria poco se ha trabajado en Colombia y Latinoamérica. La herencia de Peña y Burgos radica en estudiarla desde el punto de vista de los escritores y no desde los investigadores o los críticos. Esto hace que ser la directora del Dpto. de Creación Literaria sea, más que un reto, toda una experiencia, porque significa pensar los estudios literarios desde otro lugar, además de la posibilidad inmensa de hacer historia dentro del campo de la literatura colombiana, pues es un nicho casi inexistente en nuestro país. Este enfoque significa ir a la vanguardia y ¿quién no quiere hacerlo?”
Gutiérrez también señala como uno de los retos hacer comunidad desde la sensibilidad, no solamente desde las investigaciones o lo académico, “volver a sentir unidad, volver a ser campus, aunque sea simbólico entre nosotros. Lograr que hagamos comunidad, y no solamente una que investiga, sino que se encuentra, porque si la sensibilidad no se halla también en los encuentros con los estudiantes no podríamos hablar del arte, ni de lo que estamos haciendo”.
Hay muchas actividades promovidas por los docentes y los estudiantes para encontrarse, nuestro propósito es que dejen de ser esfuerzos aislados, reunir todo eso y hacerlo parte del Departamento.
La otra cuestión tiene que ver con fortalecer los programas académicos, cómo pueden llegar hacer de alta calidad, ver si nos metemos en ese reto. “Como los conozco bien, creo que hay una oportunidad para que nuestros programas lo logren. Pero es algo que debo comentar con los profesores, si quieren embarcarse en ese proyecto, porque no se trata solamente de lo que quiero hacer, sino cómo entre todos lo pensamos y lo construimos”.
Y es su condición de docente la que le permite “ver que podríamos hacer desde el Dpto. para que los profesores se sientan plenos con su trabajo, que sientan placer de trabajar y que no solo sea una obligación”.
Sobre su formación
Gutiérrez es licenciada en Filología en Idiomas en la Universidad Incca de Colombia, magíster en Literatura Hispanoamericana del Instituto Caro y Cuervo y doctora en Literatura hispanoamericana en la Universidad São Paulo de Brasil, institución en la que ahora hace su posdoctorado.
La docente recibió el apoyo de la Universidad Central para estudiar su doctorado en São Paulo “contar con la licencia remunerada fue muy importante. Tener la tranquilidad de tener mi salario y que una vez terminara volvería a la UC, y no ha buscar trabajo, fue una gran ayuda”.
“A mí me encanta investigar, escribir ensayos. Yo le creo a Borges cuando decía que si pudiera escribir de los libros que había leído sería muy feliz. De verdad yo soy feliz escribiendo de los libros que he leído y eso me lo ha dado la UC”.
Respecto al enfoque de sus estudios posdoctorales, frente a su anterior investigación, resalta: “ahora mi interés no es comprender toda la literatura colombiana —con mi complejo de Ángel Rama, como me decían mis maestros en Brasil—, sino la perspectiva de mujer, estudiar realmente a qué nos referimos cuando hablamos de ella”.
La idea de una escritura de mujer le produce conflicto: “encuentro a escritores como Rojas Erazo, Cepeda Samudio y Burgos Cantor que construyen personajes femeninos que me hacen pensar que fueron escritos por mujeres, es como si lograran meterse en la cabeza, tener la sensibilidad y la mirada de mujer”.
Y enfatiza: “entiendo la problemática que plantea el feminismo, la de dejar de ser objeto para empezar a ser sujetos que escriben. Pero, ¿en qué consiste ser sujeto que escribe? esa es mi pregunta con el posdoctorado”.
El horizonte sin Roberto Burgos Cantor
Ante el fallecimiento del maestro, Gutiérrez expresa:
“Tenemos un montón de oportunidades y afrontarlas no es fácil, porque venimos de una coyuntura muy difícil: Roberto ya no está, y no es lo mismo que haya decidido renunciar a que su muerte nos sorprendiera. Eso nos deja una sensación de orfandad muy fuerte que tenemos que trabajar, que necesitamos elaborar entre todos. Necesitamos hacer nuestro duelo, con el tiempo que esto implica”.
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“No se trata solo de homenajes, sino de aceptar el hecho de su partida y cómo la podemos elaborar de manera que nos haga bien, y de que su legado quede aquí y que podamos construir a partir de él”.
La docente tuvo una relación muy estrecha con el maestro Burgos, “fui muy afortunada al tener la oportunidad de conocer a Roberto antes de hacer mi doctorado sobre su obra. Para mi, Burgos fue un hito que transformó la idea de la narrativa colombiana, como García Márquez, Vallejo o Mutis, pero solo lo conocía a través de su obra, así que verlo me sorprendió muchísimo y más aún que fuese mi jefe”.
Para sortear esta relación dual añade, “¿cómo tratar sin reverencia a una persona que has leído tanto?, tuve que crear mecanismos y trampas para separar al escritor, Burgos Cantor, de la persona que trabaja conmigo, Roberto”.