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¿Estamos evaluando en pro del aprendizaje?

Marta Salinas explicó en su visita a la U. Central por qué es necesario dar un giro al concepto de evaluación para garantizar un aprendizaje integral.

Marta Salinas ¿Estamos evaluando en pro del aprendizaje?
Doctora Marta Salinas (fotografía de la Alcaldía de Rionegro)

 

La acción de evaluar y ser evaluados es percibida por numerosos estudiantes y profesores con cierto recelo porque se entiende, en muchos casos, como la emisión indiscriminada de juicios sobre los procesos de aprendizaje que no dan cuenta del progreso real de quienes participan en las dinámicas de formación.

El pasado 23 de junio de 2022, la doctora Marta Lorena Salinas presentó la conferencia "La evaluación para el aprendizaje: una ruta posible" en el Teatro México. En el marco de este evento ahondó en esta problemática y expuso su planteamiento sobre la importancia de guiar la evaluación a fin de incentivar la participación activa del estudiante y ofrecerle alternativas para la apropiación del conocimiento.

 

Evaluación del aprendizaje y evaluación para el aprendizaje

La doctora Salinas establece que existe una diferencia notable entre la evaluación del aprendizaje y la evaluación para el aprendizaje. La primera se centra en evaluar hasta qué punto el estudiante consigue replicar lo expuesto por el docente y la segunda busca que identifique y reconozca qué se le facilita y qué se le dificulta a lo largo de su proceso formativo.

“Dar una valoración no debe jugar un papel fundamental, lo importante es que el estudiante identifique fortalezas y aspectos por mejorar a lo largo de su proceso formativo”.

La evaluación para el aprendizaje trae consigo un cambio en las relaciones dentro del aula, ya que otorga una nueva connotación al hecho de ser evaluado y sitúa como protagonista al estudiante. Al emplear esta metodología evaluativa, frases como “perdí porque el profe me tiene rabia” o “el profe me hizo perder” pierden validez gracias a que el maestro, a lo largo de su proceso pedagógico, no se enfoca en hacer un juicio, sino en acompañar al estudiante en la consecución de un saber.

Evaluar es un ejercicio ético y político: constantemente estamos evaluando alternativas y creando juicios en torno a escenarios comunes en los que, a raíz de valoraciones, se toman decisiones. Por ello, la acción evaluativa no debe ser técnica ni instrumental, ya que de realizarse de esta manera no incentiva el razonamiento crítico y el ingenio, características propias del perfil profesional que se busca.

Los procesos de evaluación deben ser un espacio libre de juicios, basado en la confianza en el otro. Así se construye un escenario inclusivo en el cual cada estudiante con sus diferentes aptitudes consigue adquirir el conocimiento, teniendo en cuenta las diferencias de cada uno, pues como la doctora Salinas expresa “no se debe enseñar en serie, nos debemos ocupar de cada uno de nuestros estudiantes, todos queremos que a ellos les vaya bien”.

 

¿Es posible convertir la evaluación en un aliado que potencie el aprendizaje?

Los estudiantes ven los exámenes como el momento donde se debe probar que cuentan con los conocimientos vistos en las asignaturas que toman; sin embargo, esto es contraproducente, pues solo memorizan la información necesaria para realizar las pruebas y después se desligan de ella.

El reto constante de los docentes es lograr la convergencia de su rol cómo profesionales en un campo académico con su labor pedagógica, consistente en el despliegue de diferentes estrategias utilizadas para la generación de saberes. En ese sentido, se deben entrelazar la pedagogía, el saber especializado de la disciplina y la cosmovisión de los sujetos que coinciden en un espacio-tiempo. Así, como lo expresa el título del libro de Fernando Hernández y Juana Sancho, “para enseñar no basta con saber la asignatura”.

No obstante, la mecanización que han sufrido los procesos de formación ha hecho que los planes de estudio se planteen pensando en que funcionen por un largo periodo de tiempo y para una gran cantidad de estudiantes. El problema es que esta forma de estructurar las rutas de los cursos no contempla las especificidades propias de la formación de cada estudiante.

Por lo anterior, es importante que los docentes reconozcan las necesidades de cada uno de sus estudiantes, los incentiven a continuar con sus carreras académicas, y los haga amar su profesión. De esta manera, y mediante acuerdos con el estamento estudiantil, se puede definir una ruta de estudio flexible y competencias pertinentes para su evaluación en el curso.

 

La evaluación se transforma

El proceso de evaluación debe dar un salto: está llamado a ser ya no una práctica de control, sino un mecanismo que observe, analice y proponga alternativas para lograr que los estudiantes se sientan directamente implicados y sean agentes de acción. De esta manera, se evidenciarán con efectividad los avances en el aprendizaje y los aspectos que deben ser intervenidos en pro del mejoramiento.

Aquí puedes ver la conferencia de la doctora Marta Lorena Salinas, quien es magíster en Sociología de la Educación de la Universidad de Antioquia, asesora para el Consejo Nacional de Acreditación y la Secretaría de Educación Municipal de Medellín, integrante del grupo de investigación Proyectos Educativos Institucionales - PEI, y exdecana de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia.

 

Daniel Steven Castro Alfonso
Coordinación de Comunicaciones
Bogotá, D. C., 13 de julio de 2022
Imágenes: Alcaldía de Rionegro
Última actualización: 2022-10-16 23:25