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El antes y el después de la crisis económica de 2008

A propósito del Día del Economista, Ricardo Güell, docente del Dpto. de Economía, habla de la economía mundial y reflexiona sobre los nuevos retos en los mercados digitales.

3 de julio, Día del Economista

 

La economía mundial, de nuevo, está en un escenario de incertidumbre por el incremento de las presiones asociadas a la guerra comercial ─la escalada de los aranceles─ y los flujos financieros volátiles. Sin embargo, detrás de estas amenazas a la estabilidad internacional, hay un hecho aún más grave, ya que desde el 2008 el fracaso de las respuestas a la desigualdad es creciente y son constantes los desequilibrios macroeconómicos del mundo global.

El incremento del endeudamiento a nivel global está relacionado estrechamente con el avance de la desigualdad. Ambos fenómenos están explicados por el peso creciente de los mercados financieros y el desdén de los estados de las economías desarrolladas para regular su acción antes de la crisis del 2008.

Gordon Brown, director del Grupo de los 20 (G-20) señaló que las instituciones financieras “eran cada vez menos administradoras del dinero de la gente y cada vez más especuladoras con su futuro”.

Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la capacidad de los mercados financieros para manipular los globales ha sido superior a los deseos de reforma, surgidos de la crisis, e incluso se han debilitado las escasas regulaciones vigentes.

Crecimiento de las economías

En la actualidad, la observación de que el crecimiento de las economías desarrolladas se ha mantenido por debajo del periodo anterior al 2008, ha sugerido distintas teorías que van desde el estancamiento estacional al estancamiento secular. En cualquier caso, no se ha reconocido el rol fundamental en la explicación de la caída de la participación de los salarios en la renta (que en los países desarrollados ha disminuido unos diez puntos porcentuales desde el decenio de los ochenta).

Estos efectos adversos sobre la demanda agregada, debido al empeoramiento de la distribución funcional de los ingresos, se han reforzado con una mayor desigualdad de las ganancias personales por la participación creciente en los ingresos totales de los hogares más ricos, los cuales son más propensos a consumir que a ahorrar, afectando de esta manera las decisiones de inversión futura de las empresas.

El volumen de la deuda global a principios del 2018 había aumentado a 250 billones de dólares, el triple del ingreso mundial en comparación con los 142 billones de un decenio atrás.

La estimación más reciente de la UNCTAD indica que la relación entre deuda y Producto Interno Bruto (PIB) mundial es a 2018, casi un tercio mayor que en 2008.

En el contexto de las economías en desarrollo se ha producido un incremento vertiginoso de la deuda privada, cuya participación en el total de la deuda mundial aumentó del 7 % en el 2007 al 26 % en el 2017, mientras que la relación entre el crédito a empresas no financieras y el PIB de las economías en desarrollo se incrementó del 56 % en 2008 al 105 % en el 2017.

La vulnerabilidad de las economías en desarrollo también se manifiesta en los flujos de capital transfronterizos que se han hechos más volátiles y han pasado a ser negativos para la mayoría de las economías en desarrollo desde mediados de 2014, y que se profundizó en el segundo semestre de 2018.

Los desequilibrios globales no se limitan a los mercados financieros internacionales pues el comercio internacional también está dominado por los grandes conglomerados. El poder de las grandes empresas en las redes mundiales de producción para apropiarse de una parte creciente del valor agregado mundial profundiza la desigualdad en las relaciones comerciales, a pesar de que las economías en desarrollo del este de Asia, por ejemplo, han intensificado su participación en el comercio mundial.

La economía en los mercados digitales

La revolución y los mercados digitales han creado nuevos escenarios de crecimiento para las economías en desarrollo. Sin embargo, existe el riesgo creciente de que las dinámicas oligopólicas distorsionen los efectos redistributivos del comercio internacional. Así, la creciente brecha entre empresas es notable en los mercados digitales.

De las 25 mayores empresas tecnológicas (en capitalización bursátil) 14 tienen su casa matriz en los Estados Unidos, tres en la Unión Europea, tres en China, cuatro en otros países de Asia y una en África.

De acuerdo con la UNCTAD, las tres empresas tecnológicas más grandes de los Estados Unidos tienen una capitalización bursátil media de más de 400.000 millones de dólares, en relación con 200.000 millones de dólares en promedio en China, 123.000 millones de dólares en Asia y 69.000 millones de dólares en Europa. El efecto positivo de la acumulación de beneficios por la vía de la posición dominante es explicita.

En ese escenario, los retos para los países de América del Sur serán generar mecanismos de regulación del comercio electrónico, en particular a las poderosas plataformas digitales, y estimular el desarrollo de plataformas de comercialización nacionales.

Fundamentalmente, se requieren políticas industriales de mediano y largo plazo que movilicen los recursos internos de ahorro y capital humano a actividades productivas. Lo cual es más que pertinente “cuando dichos recursos son datos en forma de dígitos binarios”.

Abeles, Cimoli y Lavarello en el libro 'Manufactura y cambio estructural. Aportes para pensar la política industrial en Argentina' expresan que hay una creciente preocupación pasado el auge de los precios internacionales de las materias primas de la primera década del siglo XXI. Este se explica por la debilidad de los procesos de industrialización y la escasa diversificación productiva en un contexto internacional, que a pesar de la crisis, se caracteriza por la difusión creciente de nuevos paradigmas tecnológicos en un escenario en el que a las actividades manufactureras se les restituye su lugar central en las políticas industriales de las economías desarrolladas.

Diseñar e implementar políticas industriales y tecnológicas que permitan que las economías de América del Sur puedan participar en el escenario internacional es sustancial para avanzar en la reducción de las grandes brechas científico-técnicas de la subregión con economías desarrolladas, impidiendo la extensión de la restricción externa, y con ello, poder garantizar empleo productivo y remunerado adecuadamente.

Estas son algunas de las preocupaciones cotidianas de los docentes y estudiantes del Departamento de Economía de la Universidad Central, en la perspectiva de que nuestra disciplina es una ciencia social que tiene compromisos éticos con el desarrollo y el bienestar de los colombianos.

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Ricardo Güell Camacho
Docente del Departamento de Economía
Bogotá, D. C., 3 de julio de 2019
Imágenes: Departamento de Comunicación y Publicaciones
Última actualización: 2020-02-07 14:52