¿Por qué nuestro sistema económico no ha superado las brechas sociales ni ha tenido el crecimiento esperado? Expertos en economía analizan el tema
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la crisis económica que se avecina en 2023 va a tener duras repercusiones en América Latina. Se prevé, además, la posibilidad de que un tercio de las economías del mundo entren en recesión el próximo año. Ante este panorama, surge la imperiosa necesidad de que los analistas tengan en cuenta diversas perspectivas y propuestas frente a un futuro inmediato tan desafiante.
Luis Reyes indicó que la dependencia económica de los medios fósiles ha tenido como consecuencia, desde mediados de siglo, una grave desigualdad social para muchas de las poblaciones que se quedaron por fuera del circuito benéfico de este auge, como lo es, en buena medida, América Latina. Según Reyes, esto tiene que ver con el impacto de las empresas a nivel medioambiental, social y de gobernanza.
¿Qué fue lo que pasó con el actual sistema económico?
Con la aceleración económica surgida en los años setenta, las grandes compañías europeas se beneficiaron de esta ola de progreso, sobre todo en los Estados Unidos, en especial el sector de la construcción y del transporte como motores del crecimiento. Este auge trajo consigo una dependencia económica para algunos países del tercer mundo en la que el dólar estuvo ligado al mercado de combustibles fósiles.
Para los países de América Latina este fenómeno significó una especie de “embargo económico” con grandes cifras de desempleo y endeudamiento.
Ante ello, el profesor Reyes afirma que “el endeudamiento hace que las economías se vuelvan cada vez más adictas al petróleo. El costo de las deudas asociadas en dólares aumentó, en especial en Latinoamérica”.
A partir de los años ochenta, la pobreza y las desigualdades sociales han venido incrementando de manera vertiginosa, así como el desempleo. En conclusión, la maximización de los beneficios empresariales ha diferido del bienestar global general, según Reyes.
Esta reflexión tiene coherencia con lo afirmado por José María Salazar, durante la Comisión de la Cepal 2022, en donde afirmó que en vista de que se ha agotado el rebote de la economía y la ruptura de la combinación de factores internos y externos por políticas adoptadas, se hace necesario un cambio de paradigma sobre lo económico:
El camino de la innovación tecnológica
La transición a otro paradigma se ha puesto de manifiesto no solo como una posibilidad, sino como una necesidad imperiosa por superar la desigualdad y la pobreza en el mundo. Una hipótesis planteada sobre este aspecto por Reyes es que habría una mejora para el bienestar general de emplearse estrategias como el impuesto al carbono, la inversión masiva en energías renovables, y regulaciones que apoyen las inversiones verdes y responsables a nivel global.
A propósito de esta posible dependencia económica frente a este tema, durante el pasado encuentro en mención de la Cepal, en la mesa de trabajo compartida por los eminentes analistas José Manuel Salazar, Daniel Filmus, Cecilia Todesca, José Antonio Ocampo, Luis Felipe López, Peter Neven y Mariana Mazzucato, se presentó el documento de posición titulado “Cambio transformacional en América Latina y el Caribe, un enfoque orientado por misiones”, en el cual se revisa el concepto de “políticas orientadas por misiones (POM)” como derrotero importante para el desafío de encontrar un nuevo crecimiento económico para la región.
Políticas por misiones para América Latina
En cortas palabras, las políticas orientadas por misiones o POM se refieren a la puesta en marcha de proyectos ambiciosos, retadores e inspiradores por parte del Estado que puedan tener un eje temático común, abordados de manera intersectorial, interinstitucional e interdisciplinar. Así las cosas, una misión, por ejemplo, puede ser adecuar una alimentación escolar en un país, en donde se involucren varios sectores distintos, como el transporte, la agricultura, la infraestructura, etc.
Por lo tanto, la visión de las POM es sistémica y apela a la co-creación y a la apertura al riesgo. Lo anterior implica un cambio de imaginario del rol del Estado como un ente que “resuelve problemas” a un sujeto propositivo que conversa con la innovación y la tecnología para el cambio. Es una institución que pone a conversar el estímulo fiscal con una política de innovación. De ahí que las misiones estén integradas con una inversión en tecnología e innovación, según Mazzucato.
Al respecto, Daniel Filmus afirmó que América Latina es la única región donde no ha crecido la inversión en Ciencia y Tecnología: “mientras que en países europeos se invierte un 3 % en Investigación, Desarrollo e Innovación Tecnológica (I+D+i), en América Latina este porcentaje es de menos de 0,5 %.
Por todo lo anterior, Mazzucato hila fino frente a este tema al afirmar que este cambio de paradigma es un comienzo que se da solo si “cambia la mentalidad dentro de la administración pública con capacitación y gestión pública… Si se está solo en un ministerio, la mentalidad no cambia”, argumenta. Este giro del saber-hacer tiene como base la idea de una gobernanza entre el sector público y privado que transforme lo institucional/individual/asistencial hacia lo interinstitucional/corporativo/co-creador en la acción de los gobiernos. Lo anterior implica correr riesgos en misiones concretas intersectoriales, rediseñando los préstamos y subsidios para catalizar la experimentación de abajo hacia arriba.
Una educación en economía para la transformación
Si la visión económica de Latinoamérica da un giro importante para este decenio, es imprescindible que los estudiosos de las ciencias económicas también lo hagan. La educación misma sería una misión económica que puede involucrar muchos sectores de la sociedad.
La reflexión decantada por el economista Luis Reyes muestra el porqué de nuestro presente y permite entender las razones por las que un cambio en la teoría económica latinoamericana actual, como lo proponen varios expertos citados en este texto, es necesario; con mayor razón, si se quieren superar las brechas sociales a la vez que se genere un crecimiento económico perdurable, colaborativo y ambientalmente sostenible para nuestra región.