Hoy destacamos a María Bibiana Alvarado, una persona excepcional que, aunque se despide para comenzar a disfrutar su etapa de retiro, siempre será recordada por su dedicación, amor y aportes a la Universidad Central
Tras ocho años de compromiso y dedicación en la Universidad Central, María Bibiana se despide para comenzar a disfrutar una vida de retiro, pero siempre será recordada por su aporte invaluable a la Institución.
María Bibiana ingresó a la Universidad Central el 1 de julio de 2015 como asesora de proyectos estratégicos. Posteriormente, en el año 2020, asumió en encargo la Dirección de la Escuela de Estudios Transversales y, hasta la fecha, asumió dicha responsabilidad.
Hoy, María Bibiana nos comparte un mensaje de agradecimiento, en el que hace un recorrido de su trayectoria en la Universidad:
Querida comunidad centralista:
Con todo cariño quiero expresar mi profundo agradecimiento por la oportunidad que me brindaron las directivas al invitarme a formar parte de esta gran Institución hace nueve años y por la confianza que han depositado en mis conocimientos y habilidades. Agradezco también a toda la familia centralista por todo lo vivido y aprendido; me llevo lo mejor de cada uno de aquellos con los cuales me crucé durante estos años, y los recuerdos de momentos maravillosos de aprendizaje, de colegaje y trabajo arduo para superar desafíos, celebrar éxitos y demostrar el poder de la constancia y la fe en un proyecto educativo maravilloso. Me llevo también el enorme orgullo de haber sido partícipe en la construcción de un proyecto novedoso y pertinente como es el de la Escuela de Estudios Transversales.
La afortunada circunstancia de mi cercana pensión me abre la posibilidad de comenzar un nuevo panorama de vida, con nuevos retos que me invitan a trabajar por mis propios sueños y, con ellos, contribuir al empoderamiento y desarrollo de la mujer campesina de mi querido municipio de Fúquene.
Deseo para la Universidad, en cabeza de una prometedora rectora, muchas décadas de éxito, y para cada uno de ustedes, motores de esta gran obra, toda la prosperidad y felicidad posible al lado de sus familiares y amigos.
Con cariño y gratitud,
Bibiana Alvarado
De igual manera, sus compañeros le envían palabras de agradecimiento:
Bibiana: con motivo del cierre de tu etapa laboral, aprovecho para compartir con todas las lectoras y, accidentalmente, con los lectores, el placer que ha sido para mí trabajar contigo y con todas las mujeres con las que he trabajado a lo largo de mi vida profesional. El carácter y la sensibilidad femenina ha sido una constante en mi trayectoria laboral, lo cual me ha dejado muchos aprendizajes y el reconocimiento a su esfuerzo y excelencia.
Dicho esto, y como de cada mujer he aprendido algo, debo decir que Bibiana me ha enseñado a sopesar (“medir el tamaño de la lágrima”, dice ella) con bastante precisión, de modo que los ejercicios de planeación y organización sean lo más acertados posible, y el desgaste humano lo menos acentuado posible. Esto último también fue una fuente de aprendizaje, pues Bibiana se ha destacado por ser comprensiva, paciente, abierta y amigable con todos y cada uno de los miembros del equipo de trabajo, no sin dejar de ser exigente y vigilante de las buenas relaciones al interior de la Escuela.
Otra enseñanza más, en conexión con la anterior: Bibiana es una defensora férrea de quienes componen su equipo de trabajo y de los resultados obtenidos por este, pues es consciente del empeño puesto y de las expectativas que genera un proyecto en el que son invertidas las energías vitales. En estos proyectos se conjugan tanto las aspiraciones institucionales como los deseos de las personas en ellos envueltos, pero también el sentido de responsabilidad, la motivación por la innovación y la constante disposición al mejoramiento. Todos estos son rasgos presentes en Bibiana.
Podría señalar innumerables cualidades más, pero estas me permiten mostrar que Bibiana ha sido una “univerisitóloga” consumada (la expresión en comillas acuñada por ella), pero también una líder coequipera, una colega sincera, una impulsora de propuestas para generar cambios, una trabajadora incansable y una representante digna de una escena académica en la que la escritura no es una herramienta para tener puntos en el sistema de ciencia y tecnología, o para publicar en grandes revistas indexadas, o para ufanarse de la amplia producción académica, sino que es un instrumento para pensar, para registrar todas nuestras ideas y poder trabajarlas permanentemente, sin la pretensión de tener todo acabado.
Bibiana… tu vida es como tu escritura: una idea en permanente y laboriosa construcción, así que este es solo un punto seguido en el momento más interesante de la narración.
Yairsiño Oviedo Correa
Doctora Bibiana,
Este es un momento muy especial que hace necesario expresar todo mi agradecimiento por ser una líder que, a través de su ejemplo y constancia, se convirtió en un ejemplo de fortaleza para la Escuela y para la Universidad. Tu dedicación, compromiso y validez han sido, más que una guía, una inspiración para todos nosotros.
En este tiempo a cargo de la Escuela, día a día has demostrado que la mejor forma de construir liderazgo es con el ejemplo y, por esto, no hay duda de que tu compromiso ético con el trabajo y la enseñanza serán una huella en todos nosotros. Tu determinación es lo que ha traído nuestro departamento hasta aquí.
Tu jubilación representa el fin de una era. Y aunque preferiríamos tenerte siempre con nosotros, entendemos que después de tantos años de servicio debes empezar otra etapa llena de nuevas experiencias y oportunidades. Estoy segura de que tus conocimientos seguirán construyendo caminos, incluso fuera de la oficina.
Gracias por ser un ejemplo de fuerza, perseverancia, compromiso y tenacidad.
Steffany Tapasco Cuevas
Doctora Bibiana, en este momento me siento nostálgica al despedir a una persona que deja una huella en mí y en muchas de las personas que hacen e hicieron parte de nuestra comunidad de práctica y en la familia centralista y que, para muchos de nosotros, es un modelo a seguir por su franqueza, resiliencia, liderazgo, humanismo, responsabilidad, pasión, entre otras cualidades que le caracterizan.
Hoy, solo tengo palabras de agradecimiento por hacerme parte del proyecto de la Escuela de Estudios Transversales y a la vez desearle que esta nueva aventura, de nuevos sueños, sea el momento para disfrutar de la satisfacción del deber cumplido junto a sus seres queridos.
Solo me resta darle las gracias y despedirme con una de sus célebres frases: “Ahí les dejo esa pulga en el oído”. Un abrazo sincero con respeto y admiración.
Sonia Sarmiento Garzón
Doctora Bibiana, creo firmemente en que lo que se siembra en el transcurso de la vida, en algún momento se recoge y para usted este ha llegado. Espero, desde el fondo de mi corazón, que en esta nueva etapa pueda gozar de mucha alegría y tranquilidad al lado de los seres que más ama.
Agradezco todas sus enseñanzas y el apoyo brindado en el poco tiempo que he estado en la Escuela. Además, me siento afortunada por hacer parte de todos los recuerdos que hoy nos deja y que, por supuesto, nos ayudarán a forjar nuestra vida, tanto en lo laboral como en lo personal.
Espero que este camino que inicia traiga consigo experiencias enriquecedoras y de mucha felicidad, porque se lo merece.
Sofía Lorena Giraldo Neira
Hasta siempre, joven aún
Hoy me enteré de algo que pensé que iba a pasar en junio. Ya me estaba acostumbrando a cargar con la predisposición de una partida, de un hasta luego, pero se adelantó esa decisión y las emociones que había pensado que podría dilatar unos meses más, aparecen ahora, a finales de marzo y me enfrentan a una ausencia para la que no estoy listo. Debe ser por eso que, cuando me siento a escribir este texto, que también me tomó por sorpresa, me veo obligado a pensar y preguntarme ¿qué es lo que estoy sintiendo?, ¿qué es lo que estoy pensando en este momento?, ¿cuáles son esos recuerdos e imágenes que me asaltan a la hora de escribir estas palabras?
Sin pensarlo, la palabra que da forma al sentimiento es tristeza. “Pude compartir más con Bibiana”, me digo; “me quedan faltando diálogos con ella, cosas por aprender”, continúo. “Se va sin que haya podido enseñarle alguna cosa desde mi experiencia particular”, me repito, sin ningún tipo de arrogancia, claro… Todas estas ideas se presentan de manera genuina y espontánea. No obstante, pienso en ese deseo de que se quede un poco más o en compartir más con ella. Quizá solo sea mi ego hablando, que se reúsa a “perder” un ser querido, y no un ejercicio de comprensión de la decisión tomada por esa persona, que comienza a hacer parte de mis melancolías, de esos recuerdos alegres que siempre que vuelven traen un suspiro.
En este ejercicio anticipado de melancolía, lo primero que se me viene a la cabeza es un “joven aún”. Pueden ser sus palabras más características, a cada uno de los seres humanos que estamos en la Escuela nos lo ha dicho. Eso genera risas, porque son pocos a los que esas palabras les podrían corresponder. De esta expresión siempre recibió una risa o un comentario en forma de chiste. Sin duda, este tipo de anécdotas y experiencias son las más importantes: dos palabras que movilizan un juego, que provocan, que se cargan de ironía y que nos permitieron (que nos seguirán permitiendo cada vez que las recordemos) reírnos de nosotros mismos (de nuestros achaques, del dolor en las rodillas, del frío, de la fatiga después de subir las escaleras…). Por esta razón, por ser capaz de crear espacios de distensión y de igualdad con apenas dos palabras, quisiera hacerle un homenaje a su obra, porque como diría un grupo de rap colombiano que me encanta: “Los mejores homenajes son en vida”.
Cuando llegué a la Universidad Central, específicamente a la Escuela de Estudios Transversales, se me desbarató la concepción que tenía de la palabra “jefe”. Aunque las comparaciones son odiosas e intento no hacerlas, creo que de alguna manera son inevitables. Concebía al jefe como alguien que mandaba. No solo por mis experiencias, sino también por las lecturas que he hecho, concebía la relación entre el jefe y el empleado como algo netamente vertical en donde yo solo tenía la posibilidad de hacer caso sobre lo que se me ordenaba. Así fue durante mucho tiempo; mi realidad no me permitía pensar de manera distinta. Hasta que un día fui escuchado; hasta que un día pude ver que mi palabra tenía un peso importante en las decisiones de la Escuela, ese espacio al que había entrado creyendo que solo podía obedecer. De repente, se me permitió discutir sobre elementos significativos, se estableció una relación de confianza, una relación horizontal en la que se trabaja con seres humanos y cada percepción del mundo o experiencia es valiosa, sin la distinción del cargo o el rol que cada uno ocupe; un verdadero acontecimiento para mi vida. Lo bello de esto es que esa actitud, esa disposición, no se queda solo en el espacio de la Escuela, sino que ha permeado la relación que tenemos algunos profesores con los estudiantes y nos ha hecho repensar la concepción misma de la educación.
La dupla que han hecho con Yairsiño ha sido importante para encaminar proyectos relacionados con la comunidad de práctica, la docencia colaborativa, la relación con el estudiante y la comprensión de los estudiantes en su proceso de aprendizaje, más que en sus resultados. Con esto no estoy diciendo que hacemos todo de manera perfecta o que somos mejores que otros. Solo lo menciono porque hay un intento por ver la educación de otra manera, por construir comunidades en las que se comparten experiencias pedagógicas y personales de una manera diferente. Ya no quiero, ya no sueño con ser el profesor experto; hoy puedo decir que reconozco al estudiante como un agente activo en el aula de clases y como actor esencial en ese proceso.
No puedo estar más agradecido contigo, Bibiana. Gracias a tu confianza pude cumplir el sueño de ser profesor en una universidad reconocida y de manera presencial, aunque no tuviera tanta experiencia y, aunque fuera joven aún, siempre estuvo ese voto de confianza. Esto genera un gran sentido de responsabilidad, pero es lo que debe pasar en las comunidades: no actuar conforme al miedo de embarrarla o el miedo a la persona que esta por encima de mí, sino porque sé que cada uno de mis actos puede incidir en las personas que están junto a mí. De verdad, esto lo llevaré siempre conmigo.
Gracias por no estar de acuerdo conmigo; por cada almuerzo que compartimos; por cosas personales que atravesamos y nos contamos a lo largo de estos años; por las palabras de aliento en momentos difíciles; por escucharme y orientarme en elementos que no comprendía… Hace poco, una estudiante mencionó esto en una clase: “Quizá la manera de suspender las identidades y los roles que nos impone la sociedad es vernos como amigos”. Es una frase que sigo reflexionando, pero puedo pensarla y rumiarla y entenderla gracias a la relación que se ha construido en este tiempo. Tal vez no seamos amigos, aunque sí puedo decir con toda seguridad que nos hemos visto como seres humanos, con días malos, con días buenos, con duelos, con historias dolorosas, con sueños y preocupaciones, cansados o con energía, con momentos alegres… En fin, con muchas condiciones de lo que significa existir en este mundo.
Siempre te escuché decir que el trabajo de los profesores es muy difícil y que tú no podrías hacer algo parecido. Hoy puedo decirte que compartir contigo es un aprendizaje constante, aun cuando no estuviera de acuerdo con tu punto de vista o tus argumentos (incluso más en ese momento). Hoy puedo decirte que eres como mi abuelo: “siempre dando clases sin enseñar” (Alcolirykoz, 2014).
Sé, por tu voz, que lo que hiciste en la Escuela de Estudios Transversales era un homenaje para tu papá, que este proyecto era algo muy personal para ti. Hoy, sin temor a equivocarme, te aseguro que él estuvo y estará muy orgulloso de lo que sembraste aquí. Espero y deseo que podamos cuidar de la mejor manera este cultivo.
Por la inmediatez con la que debo escribir esto, sé que estoy dejando muchos recuerdos y experiencias de lado. En algún momento, cuando nos volvamos a encontrar, podré decirte eso que estoy olvidando. Hoy solo me queda desearte “buen viento y buena mar”. Descansa de la rutina y de las exigencias del trabajo; disfruta de tus sobrinos y tu mamá; goza del tiempo leyendo, saliendo a caminar y cuidando de los animales y el espacio donde vives; disfruta de la comida, de esos antojos de torta de chocolate que por momentos tienes. Mientras tanto, nosotros (porque estoy seguro de que no solo seré yo) te recordaremos con cariño y con admiración e intentaremos mantener ese importante legado.
Gracias, Bibiana.
Nicolás Cortés Serrano, en nombre de los seres humanos que trabajamos en la Escuela de Estudios Transversales