Pensar la ética en las biociencias fue el tema del tercer Seminario de Bionanotecnología, organizado por el Clúster de Investigación en Ciencias y Tecnologías Convergentes.
Ante la necesidad de rescatar el valor de la ética en las diferentes disciplinas que hacen parte de las biociencias, el Clúster de Investigación en Ciencias y Tecnologías Convergentes de la Universidad Central presentó una charla orientada a reflexionar sobre su práctica en los nuevos desarrollos científicos y tecnológicos.
¿Por qué y para qué pensar la ética en biociencias? Un breve estado de la cuestión” estuvo a cargo de Yilson Beltrán Barrera, doctor en Ciencias Sociales y Humanidades, docente del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos (Iesco) y catedrático del Departamento de Ciencia Política y de la maestría en Biociencias y Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.
Para este catedrático, las discusiones en torno a la práctica de la ética en los nuevos hallazgos realizados por la ciencia se han convertido en un proceso de instrumentalización o, en otras palabras, en un requisito ético que los proyectos deben llenar, pero que con el tiempo ha venido desdibujando la importancia de la moral y la conducta humana en la consecución de objetivos comunes.
“La ciencia avanza demasiado rápido y nos trae muchos beneficios, pero en la mayoría de los casos se está dejando a un lado la cuestión ética, la cual orienta al investigador o al científico a plantearse si el desarrollo de su investigación tiene como objetivo un bien para la sociedad, permitiendo valorar los diversos usos y alcances que puedan llegar a tener los resultados encontrados”, aseguró Beltrán.
Explicó, además, dentro de su exposición, la cual soportó en conceptos del sociólogo alemán Max Weber y del británico Nikolas Rose, que el rol de la educación superior es fundamental dentro del eslabón de la cadena de formación de los jóvenes semilleros y demás estudiantes interesados en el ejercicio de las biociencias con una fundamentación ética.
Con sus planteamientos mostró su indignación con la era capitalista y la monetización de la vida humana, que ha traído consigo la degradación del ser humano y con ello, la falta de ética que no permite valorar las posibles consecuencias de los desarrollos tecnológicos, tanto positivas como negativas, para la salud de los seres humanos y demás especies del planeta.
“El poder del dinero permeó los llamados comités de éticas de muchas organizaciones, sin importarles lo contraproducente de sus decisiones para el bienestar de los pacientes o los desarrollos industriales. Se ha corrompido el sistema, dejando a un lado la importancia de los principios éticos”, enfatizó.
Finalmente, precisó que si bien la ciencia y la tecnología han generado cambios en la vida social de los seres humanos en su relación con la naturaleza, facilitando la vida de las personas, la ética no puede estar aislada de los procesos de desarrollo científico-tecnológico, y su aplicación es responsabilidad de todos, no solo de los científicos de las diferentes ciencias de la vida y de las ciencias sociales y humanidades, por lo cual habrá que construir espacios democráticos de veeduría social, más allá de los comités de ética.