Las mujeres al frente de los negocios
Con disciplina y empatía, Martha Linares y Diana Jiménez dirigen los programas de Contaduría Pública y Administración de Empresas en la UCentral.
En el segundo piso del edificio Pasaje Ley están las oficinas de Diana Jiménez y Martha Linares, directoras de los programas de Administración de Empresas y Contaduría Pública de la Universidad Central. Desde allí, donde se siente el ritmo de la vida universitaria, coordinan a la planta docente para brindar la mejor formación, impulsan a los estudiantes a cumplir sus sueños y, por qué no, inspiran a más mujeres a ocupar puestos de liderazgo como ellas.
Ambas asumieron sus cargos desde hace ocho meses, tiempo que, inevitablemente, les ha permitido entender mejor los retos y las particularidades de sus áreas.
Según la Junta Central de Contadores en Colombia, desde inicios del siglo XXI, las matrículas femeninas en la carrera de contaduría pública crecieron un 3.273 % hasta el 2012. Además, de acuerdo con la misma fuente, las mujeres representan el 65 % de quienes ejercen esta profesión.
La situación es similar en administración de empresas: las carreras que más estudian las mujeres en Colombia están relacionadas con economía y administración. De acuerdo con un informe del Ministerio de Educación de Colombia del 2022, eran más de 465.000 las mujeres matriculadas en ese momento, frente a 302.000 hombres.
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Más allá de las cifras, Martha y Diana son parte del liderazgo de una generación que transforma su profesión con conocimiento, empatía y decisión.
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20: la etapa de las decisiones
Los veinte fueron la etapa de las decisiones para las directoras. En ese momento, dieron pasos hacia su realidad ideal: ascender en la extensa jerarquía organizacional, dictar clases y, principalmente, sentirse satisfechas con lo que hacían día a día.
Desde que Martha era muy joven, las empresas fueron el escenario donde encontró su vocación. Los temas de contabilidad, finanzas y tributación le llamaron profundamente la atención y, cada vez, quería ir más hondo. Fue tanto el entusiasmo por su carrera que empezó a trabajar a los 17 años en cargos relacionados con la Contaduría Pública y, al momento de ser directiva, ya tenía cinco años de experiencia laboral.
“Cuando cumplí 22 años obtuve mi primer cargo directivo. En ese momento me propuse alcanzar todos los niveles educativos que pudiera para mejorar mis competencias y aportar a las organizaciones, sin importar el cargo o rol que desempeñara”, contó.
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A sus 16, Diana se debatía entre la música y la administración. Durante toda su etapa estudiantil, había practicado piano, guitarra, violín y canto lírico, pero al final se decidió por estudiar Administración de Empresas en la Universidad Central. Entró con cierta duda, pues se imaginaba que su carrera se basaba en hacer cálculos en Excel, pero le terminó gustando más de lo que esperaba. “Me enamoró que la administración estaba muy enfocada en pensarse el mundo: cómo hacer para incluir las empresas en los cambios sociales, cómo mejorar la calidad de vida de la gente”, detalló.
El Icetex no daba tregua y ella estudiaba de más para mantener el promedio que le permitía seguir financiando la carrera. Por eso, inscribía créditos extras y, cuando no estaba en clase, hacía monitorías. Ahí, mientras ayudaba a sus compañeros, floreció el amor por la enseñanza y, cuando se graduó, a los 20, la única certeza que tenía era que sería la profe Diana.
Inició sus estudios de posgrado y, a la par, lidiaba con los primeros retos de su vida laboral en un entorno universitario:
“Yo me vestía, me maquillaba, pensando en parecer mayor, porque yo decía: ‘Si ellos se enteran de que soy joven, siendo mujer y tan niña, me la van a montar’. ¡Jamás dije la edad!”, río Diana, quien pensó en su momento que ser joven era motivo suficiente para que la gente no la tomara en serio.
Más tarde, ambas terminaron confluyendo en la enseñanza: Martha, desde la formación y capacitación del staff a cargo en diferentes empresas y a futuros profesionales de la Contaduría Pública; y Diana, con convicción de que el mundo podía mejorar desde los salones de clase.
“Las mujeres queremos que otras suban”: liderazgo femenino en la UCentral
Diana ejerció otros cargos de dirección académica y, en el proceso, aprendió a romper muchos esquemas: dudar de su autoridad por ser más joven que sus compañeros de trabajo, permitir que las personas cuestionaran si estaba lista para ser jefa, sentirse incómoda por demostrar una posición de autoridad y firmeza. Y había un estereotipo que quería que todo el mundo se sacara de la cabeza: “Las mujeres se tienen mucha envidia, son muy competitivas entre ellas”.
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Esa idea la ha querido eliminar en cada equipo al que llega, pero ahora, rodeada de tantas estudiantes, lo recalca aún más: “Muchas universidades, como esta, tienen liderazgos femeninos. Creo que las mujeres en sus roles también intentan, contrario a la creencia popular, subir a otras y también mirar cómo las ayudan, cómo las apoyan”, afirmó.
Insistió en que “las alumnas se deben conectar con lo que les gusta. Si no están completamente enamoradas de la idea y del problema que están resolviendo, es muy difícil sostenerlo. Entonces, buscar esas pasiones y potenciarlas en las estudiantes es la clave”.
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Desde la disciplina y la empatía
La empatía y el trabajo en equipo son los pilares fundamentales de la dirección de Diana y Martha. Ambas le apuestan al bienestar de sus equipos y a confiar en la multiplicidad de voces que hay a su alrededor. Impulsan que la gente sea crítica, creativa y sensible para llegar a nuevas formas de solventar las problemáticas del mundo.
Hacia allá van las investigaciones de Martha, quien se ha dedicado desde la academia a analizar el impacto de la estrategia de gestión de carbono y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los costos ambientales y otros fenómenos de sostenibilidad en las empresas. Según ella, los procesos de investigación realizados con solidez teórica y argumentativa, permiten que “los campos de conocimiento avancen y se generen discusiones profundas”.
Desde una visión centrada en la ética y la disciplina, Martha sostuvo que “he tenido la convicción de no establecer fronteras de género y no las considero en mi ejercicio profesional”. Para ella, ser mujer no era más importante que la preparación académica de sus estudiantes y equipos.
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Fuera del trabajo
Más allá de las oficinas de los programas académicos, la realidad es otra: muchas jóvenes recién graduadas enfrentan dificultades para encontrar empleo; algunas se apartan del trabajo para cuidar a sus hijos y otras reciben salarios menos competitivos por su género. ¿Cómo transformar esa realidad más allá del Pasaje Ley?
La respuesta de ambas directoras está en la academia. Todos los días, sus esfuerzos se concentran en brindarles mejores oportunidades de prácticas a sus alumnas para que lleguen a puestos de liderazgo, enseñarles desde lo empresarial a superar miedos impuestos y demostrarles que el esfuerzo individual importa tanto como extender la mano a quien necesita ayuda.
Porque las mujeres que están al frente de los negocios llegaron así: abriendo caminos con el apoyo colectivo de más mujeres y demostrando que hay un futuro en el que brillan aquellas que sueñan alto.
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La Universidad Central apuesta por una cultura de liderazgo basada en la excelencia y la empatía, donde el talento femenino no solo impulsa la innovación y el bienestar, sino que inspira y potencia el desarrollo colectivo.
Lina María González
Máster Central
Bogotá, D. C., 14 de octubre de 2025
Imágenes: Máster Central