Para Sara Uribe, la poesía debe ser una fiesta donde esté todo el mundo
La poeta mexicana habló con Noticentral sobre el lugar de la escritura en la actualidad y la importancia de lograr que llegue a nuevos públicos.
¿Qué lugar ocupa la poesía en el presente? En opinión de Sara Uribe, ahora más que nunca, nos brinda una oportunidad para conectarnos, construir nuevas posibilidades y expresar miradas únicas de la realidad.
En el marco del IV Festival de Literaturas Experimentales y Expandidas: La palabra en el espacio, organizado por el programa de Creación Literaria de la Universidad Central, hablamos con la poeta y tallerista mexicana, quien tuvo un conversatorio sobre su libro Un montón de escritura para nada y dictó un taller de escritura poética en nuestra Institución.
En entrevista con Noticentral, la escritora compartió detalles de su proceso creativo y la importancia de la poesía en la actualidad. Así mismo, se habló sobre las posibilidades de democratizar el arte por medio de la formación en creación literaria y la apertura de espacios de diálogo como el festival La palabra en el espacio.
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Un montón de escritura, ¿para qué?
Aunque su más reciente poemario publicado en Colombia se titule Un montón de escritura para nada, Sara defiende la importancia de seguir creando arte en la actualidad como una manera de evaluar nuestro presente y ver el mundo desde nuevas perspectivas. “En un mundo en el que, justamente, el desafío de las inteligencias artificiales está alejándonos un poco de la creación propia, es importantísima la poesía porque tiene una capacidad crítica de mostrarnos y de mirar al mundo de otras maneras que no son las del statu quo”, explicó.
Esa sensibilidad particular le permite a la poesía, justamente, dialogar con la realidad social, a través de miradas únicas que solo permite la expresión poética: “La poesía siempre ha sido un camino para pensar otras posibilidades de mundo, para criticar y resistir las violencias del mundo en el que vivimos y, también, para generar una serie de lenguajes que son muy propios”.
Así, mientras la tecnología avanza, la creación artística sigue siendo una manera de posicionarse e impulsar transformaciones desde la subjetividad. Como explicó Uribe, “en este punto en el que el lenguaje de la inteligencia artificial estandariza la comunicación, la poesía es una vía para abrir caminos personalísimos de interpretar y de tratar de cambiar, aunque sea un poco, desde la micropolítica del lenguaje y de la creación, el mundo, las condiciones de opresión y de desigualdad”. Así lo ha hecho en su propia obra; por ejemplo, en su poemario Antígona González utiliza la escritura documental para hablar del fenómeno de la desaparición forzada.
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Una escritura para quien quiera leerla
Este ejercicio de escritura debe estar complementado necesariamente por la lectura; sin otro interlocutor no hay diálogo. Para establecerlo, en opinión de Uribe, no se necesita ser experto o erudito, sino simplemente estar dispuesto a escuchar: “Es importante crear una poesía que sí dialogue con las lectoras y los lectores. Es decir, que la metáfora no tiene por qué ser una cosa críptica para elegidos, sino que podemos hacer una poesía que de verdad dialogue y tenga un real vínculo con una comunidad cercana a nosotras”.
Al tiempo, en sus obras Sara dialoga con una larga tradición de poetas y autoras, quienes nutren su trabajo, pues le pareció “insuficiente [su] propia voz”. En Un montón de escritura, por ejemplo, autoras como Cristina Rivera Garza y Rosario Castellanos comparten espacio en la página con Uribe. “Empecé a sentir que era importante hablar, dialogar, con otras voces tanto de poetas que me habían precedido como de poetas vivas y de las conversaciones que ocurren en el mercado o en la plaza pública”.
En ese sentido, para la escritora es un mito que el autor sea un iluminado cuya creación surge de la nada. Por el contrario, el ejercicio de la escritura se construye y se alimenta del día a día:
Me empezó a parecer que esa idea del autor genio individual era una mentira creada, evidentemente, para sostener una suerte de estatus y de prestigio, por supuesto meritocrático y clasista en algunos puntos, dentro del sistema literario, en mi caso mexicano. En ese sentido, me resultó insuficiente para la creación nada más mi propia “genialidad”.
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Para empezar a escribir, hay que lanzarse al agua
Ya que el poeta no es un genio iluminado, para Uribe, si alguien quiere escribir poesía, lo más importante es que se arriesgue a intentarlo: “La poesía es como nadar. Jamás vas a poder aprender a nadar si no entras a una alberca, ¿no? Yo una vez me encontré, en una librería de viejo, un manual de natación que te enseñaba a nadar sin meterte a la alberca. Es un absurdo. Para poder nadar tienes que entrar al agua”.
Además, “para poder escribir poesía primero tienes que leer poesía. Yo creo que quienes escribimos poesía primero fuimos lectoras y lectores”. Pero esto no implica que debas ser experto o conocer de comienzo a fin el canon literario. Sara aconseja: “Tienes que hallar el tipo de poesía que a ti te mueve”.
Este acercamiento puede partir, también, de intereses propios: “Trata de leer unas poéticas que hablen o que dialoguen con algo que a ti te interese. Si tú eres un joven que quiere escribir poesía y estás enamorado o enamorada o enamorade, que es lo más común, busca poesía amorosa. Si te interesa una poesía que habla a lo mejor del mar, busca poesía que hable del mar. Pero trata de encontrar este punto. La poesía es un gusto adquirido, como cualquier actividad; para aprender a hacer cerámica hay que ir y batallar y generar varios vasos chuecos al principio hasta que te sale esa taza perfecta”.

Presentación del libro "Un montón de escritura para nada".
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Democratizar la creación artística
Por todo lo anterior, las discusiones y los encuentros sobre las artes y la poesía deberían ser abiertos y accesibles para todo el mundo. Eventos como La palabra en el espacio de la UCentral buscan, justamente, llevar discusiones del nicho literario a lugares más amplios para el público en general. Ese es, también, uno de los intereses de Uribe, quien dictó en el marco del Festival un taller de creación poética para los estudiantes de Creación Literaria, con cupos abiertos al público, titulado “¿Cabe el presente en un poema?”.
Como señaló la autora, “este tipo de festivales abre la posibilidad a que personas que a lo mejor no eran tan cercanas a la poesía puedan decir: quizá la poesía también podía ser algo para mí, un lugar, una habitación, un espacio que yo también puedo ocupar”.
Lo esencial para ella es que la poesía conecte con las personas, independientemente de su origen o formación:
En ese sentido, espacios de conversación como los festivales o las ferias del libro son oportunidades para que más personas se interesen por la literatura. “A los que ya nos gusta la poesía estamos aquí, pero ¿por qué no atraer a un hombre como él? Que, además, después nos confesó que se sentó ahí porque venía cansado de trabajar y había una silla”, explicó.
La poesía debería abrirse para alcanzar a quienes, sin todavía saberlo, pueden ser conmovidos por ella. En palabras de Uribe: “¿Por qué no atraer a estos nuevos públicos de jóvenes, de adultos mayores o de cualquier edad, que no gustan de la poesía porque simplemente no la habían probado? Porque simplemente no habían sentido eso que les inflamara el pecho y que les dijera algo”.
La poesía se vuelve, de esta manera, una experiencia transformadora para el lector: “Sobre todo, a mí me interesa esa poesía que cuando la terminas de leer sientes como si te hubieran movido los muebles de tu casa de lugar, te desordenan algo y te cambian”.
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El aprendizaje de la escritura como ejercicio colectivo
Otra manera de abrir la literatura a nuevos públicos es la formación de escritores. En opinión de Uribe, el ejercicio de la creación literaria también debe desmitificarse: “Existe una postura que cree que la poesía es algo innato, una suerte de don. Tú naces genio, naces tocado por los dioses”.
Entre los mecanismos para romper con esta creencia están, justamente, los programas de formación en creación literaria. “Que exista una enseñanza, una academia, en la escritura creativa lo que hace es dejarnos ver cómo el aprendizaje de la escritura, para empezar, es colectivo, y parte de compartir experiencias, procesos y caminos”, explicó.
En ese sentido, estudiar creación literaria es una manera de fortalecer el ejercicio de la escritura y hacer de la literatura una práctica que se construye en comunidad: “A mí me parece importantísimo que en el presente existan licenciaturas, maestrías y doctorados en escritura creativa, porque lo que hacen es aportar un aprendizaje colectivo y, además, nutrir una vía comunal de creación de la poesía. Refuerzan la idea de que no se escribe poesía en solitario”, señaló Uribe.
Andrés Felipe Hernández Carrero