5 libros imperdibles publicados en 2025

La noche próxima es la primera de las diez antologías que hacen parte de la segunda entrega de la Biblioteca de Escritoras Colombianas, un proyecto dirigido por la Biblioteca Nacional que tiene el objetivo de destacar y rescatar voces femeninas para contribuir a la construcción de un canon de literatura colombiana escrita por mujeres.

En esta antología, enfocada en cuentos, se recopilan voces de escritoras desde el nacimiento de la República hasta la segunda mitad del siglo XX. Entre ellas están autoras célebres como Soledad Acosta de Samper, Emilia Pardo Umaña y Fanny Buitrago, pero también autoras menos reconocidas, cuyos textos fueron rescatados de periódicos o de primeras y únicas ediciones publicadas hace más de cien años, como Mary Faith y Lydia Bolena.

Con el apoyo de varias editoriales independientes, coordinadas por la Cámara Colombiana de Edición Independiente, hoy se puede encontrar en librerías esta colección que recoge géneros, posiciones, historias y modos de vida desde la mirada atenta de las mujeres que han vivido dos siglos de historia nacional.

¿Y si Medea, la figura mitológica griega, fuera una mujer mística que ayuda a las mujeres? En seis relatos interconectados, Dahlia de la Cerda la representa como un deus ex machina que ayuda a las y los habitantes de Aztlán, el mítico lugar de origen de los aztecas. Con este ejercicio sincrético, la autora demuestra la atemporalidad de las guerras y la violencia contra las mujeres.

Al tiempo, como ya lo había hecho en su libro debut Perras de reserva, Dahlia logra utilizar la narración en primera persona para ponerse en la piel de quienes están en el medio del conflicto interno producto del narcotráfico que enfrenta México, su país natal.

Esta vez, los relatos describen la vida, y en algunos casos la muerte, de quienes “se creyeron el corrido” y debieron optar por hacer parte de bandas ilegales, de sus parejas o de quienes buscan a sus familiares desaparecidos, que reciben ayuda de Medea, una mujer con serpientes tatuadas en los brazos, que carga una bolsa de Carnicería La Bonita y toma Kittychelas. 

Al comienzo de este libro, un loco le da la opción a nuestro protagonista de ver lo más hermoso o lo más terrible. La frontera encantada es todo lo que está entre un extremo y el otro. Es un híbrido de momentos tragicómicos, de la crudeza del dolor y de la fantasía que rodea todo.

A la par que un relato, el libro es una especie de tratado social y político sobre las lógicas de la clase y  el género. Como bien lo dice el protagonista, el performance de la clase y del género es una máscara que se autoimpone a través de la violencia. Es una herida abierta a la que se le echa sal cada vez que sea necesario.

Esta obra se resiste también a encasillarse dentro de una forma o un género. Es una especie de novela de formación deconstruida donde se describe el crecimiento del protagonista por medio de pequeños fragmentos narrativos y gráficos. En este collage de memorias, el dolor, la alegría, la risa y el deseo están a un par de líneas de distancia.

En esta novela, con la que recibió por segunda vez el prestigioso premio Sor Juana Inés de la Cruz, Trías explora la relación entre una mujer y la montaña. A lo largo del libro, observamos de qué formas se va transformando la relación entre ambas, por medio de una escritura que también muta constantemente. Aquí, la naturaleza no funciona solamente como un escenario, sino que es un personaje vivo dentro de la narración.

De hecho, la autora ha mencionado que escribió el libro “en compañía de los cerros orientales” y que esta es su primera novela colombo-uruguaya, pues fue escrita en Bogotá, donde actualmente reside Trías, originaria de Uruguay.

A la par, El monte de las furias es una declaración de las posibilidades de la escritura, pues la mujer protagonista, quien no tuvo acceso a educación por ser mujer, evoluciona no solo como persona sino también como narradora que consigna sus memorias en cuadernos.

En su libro debut, Rivas relata en primera persona la historia de un joven a punto de despedirse de su padre en coma. Este encuentro será su última oportunidad para expresarle todo lo que ha querido desde su niñez. La novela salta entre este momento y diez años después, cuando, aunque no pueda escucharlo, finalmente decide hablarle con libertad a su padre ya difunto.

Así, la narración avanza como una carta que nunca llegará a su destinatario. La autora utiliza una prosa honesta y poética, acompañada por definiciones y conceptos que funcionan como metáforas del protagonista y de la relación con su padre, y sirven como hilos conductores en todo el libro.

Por medio de una historia íntima e individual, la autora también retrata los efectos que tienen dentro de las relaciones familiares los estereotipos de género, la concepción del trabajo como fin máximo en la vida y las dinámicas heredadas por generaciones, al igual que la manera en que ella, en su propia transición de género, ha roto con ellas y ha construido nuevas formas de recodar al chico que era en la infancia.