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¿Por qué la humildad es importante para el liderazgo?

El liderazgo no es sinónimo de altivez u orgullo: de hecho, el líder integral se caracteriza por ser sencillo y modesto.

¿Por qué la humildad es importante para el liderazgo?

El imaginario común sobre lo que significa ser "líder" tiene mucho de "cliché". Cuando nos hablan de liderazgo, pensamos en hombres con traje y corbata o en mujeres que se sientan a la cabecera de una mesa en la sala de juntas. Afirmamos sin mayor reflexión que los líderes son aquellas personas fuertes, altivas e imparables que destacan en un grupo y tienen la suficiente presencia y voz de mando para dirigir a otros. Una búsqueda rápida de la palabra "líder" en Google me dará la razón.

Aunque esta percepción sobre el liderazgo parece inofensiva, no lo es. Abre las puertas a una malinterpretación del término, pues ser líder poco o nada tiene que ver con vestir bien o parecer autoritario. Una persona empoderada no "vive de apariencias" ni de "mandoneo": antes bien, tiene una gran visión, carisma para inspirar y una buena cuota de trabajo duro. Liderar, a diferencia de lo que podría creerse, no es una facultad que solo las personas extrovertidas y algo orgullosas poseen. Nada más alejado de la verdad. Aquello que caracteriza al líder verdadero, como veremos, es la humildad.

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El verdadero significado de humildad

Antonio Argandoña, profesor emérito de Economía y de Ética de la Empresa en IESE, explica en su artículo "Reputación y humildad en la dirección de empresas" que esta última no es considerada como una virtud relevante en el mundo de los negocios. Estima que ello se debe probablemente a una visión incorrecta de lo que significa ser una persona humilde.

Tiene sentido considerarlo: la humildad se confunde con la humillación. Las dos palabras derivan del latín humus, que significa 'tierra' y guarda relación con el acto de postrarse en ella. Sin embargo, mientras que humillarse lleva en sí una connotación negativa, la de "arrastrarse por el suelo" en acto de sumisión, la humildad significa, en cambio, tener los pies bien puestos sobre la tierra y ser capaces de reconocer con la mayor objetividad nuestras capacidades y nuestras vulnerabilidades. Como explica Argandoña, la persona humilde:

"se caracteriza por tener un conocimiento propio suficientemente completo y equilibrado, que le lleva a no sobrevalorar ni subestimar sus fortalezas y sus debilidades, sus éxitos y sus fracasos, y a valorar adecuadamente la dignidad, las capacidades y los resultados de los demás. Todo esto le lleva a tratar de mejorar siempre, a valorar, agradecer y solicitar la ayuda de los demás, a contar con ellos y a no hacer alarde de sus propias capacidades y éxitos ni disimular sus fracasos, errores o limitaciones. Y todo ello no por autosatisfacción, sino por el deseo de alcanzar un ideal de excelencia y, en definitiva, por reconocimiento de la verdad, —de la verdad sobre él mismo y sobre los demás" (s. p.).

Los beneficios de ser un líder humilde

Ahora bien, ¿qué tiene que ver la humildad con el liderazgo? Podríamos creer que, aunque esta virtud pueda resultar provechosa para autoconocernos, reconocer los valores de los demás, y mejorar en sentido personal, no puede aportar mucho al crecimiento profesional y a la transformación de entidades comerciales, gubernamentales o educativas, como nuestra Institución, la Universidad Central.

Argandoña corrige este parecer, al indicar que virtudes como la humildad no son simples preferencias o características culturales de las que puede prescindirse o no en una organización, sino que son instrumentos de autocontrol que ayudan a las personas a actuar bien por las razones correctas y a valorar de manera apropiada lo que hacen. En esa medida, su práctica no solo favorece el trabajo íntegro, sino que facilita la toma de decisiones complejas.

Como explica Jeffrey A. Krames, el autor del libro Liderar con humildad: 12 lecciones de liderazgo del papa Francisco, el liderazgo no consiste en ser perfectos, sino en abrazar una nueva visión y conseguir que los demás vivan esa visión. Para conseguir esto, hace falta que los líderes aprendan a ser humildes, pues creyendo en la grandeza de todos, tratando a los demás con respeto y dignidad, como iguales, es posible lograr grandes objetivos: "Si cambias la visión de tu rol como líder de uno que da órdenes a los miembros de su equipo a uno que sirve a sus empleados, te abres a oportunidades que antes no existían” (25).

El liderazgo humilde tiene otras ventajas además de las referidas. Permite que las personas que tienen equipos y organizaciones a su cargo cometan menos equivocaciones en su trabajo, dado que al poseer esta virtud valorarán adecuadamente sus conocimientos y capacidades, así como sus debilidades. Su trato con los otros también mejorará, ya que podrán establecer relaciones interpersonales más genuinas y sencillas, y, al reconocer sus limitaciones, estarán abiertos a recibir nuevas ideas, a entablar diálogos enriquecedores, y a trabajar en equipo. Todo ello hará posible que inspiren confianza en otros y que se conviertan en un ejemplo a seguir entre sus colaboradores y colegas.

Por supuesto, ser humildes no es un objetivo que se alcance de la noche a la mañana. Como otras virtudes, debe ser trabajada diariamente y convertirse en un hábito. Para facilitar la tarea, Jeffrey A. Krames sugiere a los líderes implementar pequeños cambios en el lugar de trabajo, como como compartir espacios comunes e informales con los colaboradores, tales como el baño o el comedor, para ser más cercano, no mostrarse como “superior” y evitar la insularidad, que tanto daño hace a directivos y organizaciones.

De acuerdo con Krames, una mentalidad cerrada, que cree que tiene “todas las respuestas”, demuestra arrogancia. Una manera de no contagiarse de tal arrogancia “es consultar e intercambiar ideas con una gran variedad de personas, en especial con aquellas que tienen una visión diferente de la tuya” (65). Es solamente en el acto humilde de abrir el corazón y de escuchar al otro, sin monologar, que se llega a ser un líder creativo, carismático y ejemplar: ya decía el papa Francisco, uno de los líderes religiosos más importantes de este siglo, que "solo escuchando con compasión y respeto podemos entrar en los caminos del crecimiento verdadero” (41).

Fuentes:

Argandoña, A. (2013). Reputación y humildad en la dirección de empresas. IESE Business School Working Paper WP-1071.
Krames, J. A. (2015). Liderar con humildad: 12 lecciones de liderazgo del papa Francisco. V&R Editoras.

 

Elizabeth Carrillo Bohórquez
Coordinación de Comunicaciones
Bogotá, D. C., 21 de junio de 2021
Imágenes: Freepik
Última actualización: 2021-06-21 08:27