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Noticentral Universidad Central

La pandemia cambió mi forma de dar clases

Opinión | 31 Julio, 2000

Las transformaciones que hemos afrontado, como consecuencia del distanciamiento social causado por la contingencia sanitaria del Covid-19, se han convertido en una gran oportunidad para que nuestros profesores innoven en sus prácticas educativas. En estos casos, el contexto ha abierto la oportunidad para experimentar pedagógicamente, incentivando la autonomía del estudiante.

A continuación, un profesor del programa de Ingeniería Industrial de la Universidad nos contó su experiencia y de qué forma tomó la decisión de innovar basándose en las ventajas y limitaciones existentes en esas circunstancias:

“Mi nombre es Jorge Enrique Mejía Quiroga, trabajo en la Universidad Central desde hace 20 años y en este corto artículo quiero compartir con ustedes por qué la pandemia cambió mi forma de dar clases.

En el momento en que recibimos la orden de empezar a dar nuestros cursos de manera remota, cambió mi paradigma frente al tema. Durante toda mi formación académica, solo había participado en sesiones presenciales y ahora me enfrentaba a enseñar por internet. Ello me ubicó ante una disyuntiva:

 

Tomé la decisión de hacer lo segundo. Hace muchos años, cuando era más cercano a temas gerenciales, vi un video sobre el concepto de cambio de paradigma (Kuhn, 1996), este video regresó a mí memoria y esto me motivó a cambiar. En el video, se explica con ejemplos, que cuando cambia un paradigma todo vuelve a cero y hay que enfrentar el reto de una manera diferente. Y esto es lo que pensé con respecto a las clases.

Las sesiones remotas eran el nuevo paradigma y ahora había nuevas reglas. Esto implicaba que lo que era conveniente en la presencialidad era muy poco conveniente en la no-presencialidad. La interacción con los estudiantes es completamente diferente.

Ya no veíamos sus expresiones de sorpresa, admiración, interés o de aburrimiento, pereza o desinterés, las cuales nos permitían reacomodar nuestro discurso de clase. Las preguntas que solíamos hacer para averiguar si seguían el hilo conductor de la clase y estaban comprendiendo, eran completamente inútiles. Y las sesiones de clase, antes con tablero o presentación de diapositivas, ya no podían ser las mismas.

Las ventajas de la virtualidad

Este cambio de paradigma nos trajo varios puntos a favor de los profesores:

  1.  Las 3 o 4 horas diarias de transporte que gastaban los estudiantes yendo a la Universidad y regresando a su casa, ahora se transformaban en tiempo para su trabajo independiente.
  2. Segundo, ya no teníamos que estar pendientes de “regañarlos” porque estaban usando el celular.
  3. Se podía organizar la clase por intervalos más cortos en los cuales la concentración de los estudiantes fuera más elevada, es decir, hacer recesos cada 15 o 20 minutos, que es el tiempo que pueden durar concentrados (Existen múltiples estudios que demuestran esto, pero antes no les poníamos atención). 
  4. Las conexiones a internet son inestables en nuestro país y por eso, el uso exclusivo de la videoconferencia no era adecuado, lo cual implicaba que se debía prestar mayor atención al discurso oral. La autonomía había regresado a ellos y, por lo tanto, era su propia decisión si quieren aprender a no.

Dado lo anterior, este semestre ensayé varios cambios en mis cursos. El primero fue la búsqueda de los materiales para la clase. Anteriormente, esta era una tarea exclusiva del profesor, ahora considero que se debe involucrar a los estudiantes. 

Antes los profesores buscábamos el texto o los textos más adecuados para el curso y alrededor de estos se organizaban las diferentes sesiones. Ahora esto puede ser una responsabilidad compartida con los estudiantes; y en esto las bases de datos de artículos científicos eran nuestro aliado. 

Este semestre diseñé una guía para que los estudiantes buscaran los artículos fundamentales sobre los conceptos de mis cursos. Esto implicó que ellos debían aprender a interactuar con las bases de datos y, como resultado, pudieran sustentar un recorrido histórico por la evolución de diferentes conceptos. 

Compartir una sesión en línea con ellos sobre los resultados se volvió una grata experiencia. En su tiempo independiente o en los momentos de desconexión de la clase, ellos estaban interactuando con las bases de datos. El resultado fue que los estudiantes ahora sabían construir ecuaciones de búsqueda, seleccionar los artículos fundamentales por la pertinencia de los títulos o de los resúmenes, asociar los artículos más citados e influyentes y aprender sobre la estructura de párrafos bien escritos.

 

En esta situación, elaboré un conjunto de pistas (como en las carreras de observación) y durante la clase, los estudiantes debían buscar por internet la solución a las mismas.

Mi papel durante el desarrollo de la carrera fue aprobar o no la solución a las pistas. Era un experimento muy interesante, porque puso a los estudiantes en actitud totalmente activa “detrás de la pantalla”, todo lo contrario a la actitud pasiva que tienen al frente de un computador viendo las diapositivas que el profesor va pasando en una exposición que generalmente incluye interrupciones cada vez que el profesor o los estudiantes tienen problemas de conectividad a internet.

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Dictar desde el aprendizaje conjunto

 

El tercer caso fue una curaduría de videos sobre los conceptos de ética y analítica. Según Mosco (2010) “la finalidad de la curaduría consiste en conceptualizar y desarrollar contenidos para las exposiciones, con un sentido de comunicación-divulgación dirigida a los públicos, por medio de la interpretación de sus valores y significado” Comprendido su significado, yo debía preparar unas sesiones de la clase Seminario de Analítica sobre las nociones de Ética y Analítica.

Empecé por consultar los textos y por obvias razones llegué hasta Aristóteles y sus planteamiento sobre la ética (Aristoteles & Bartlett, 2012). Y en ese momento, me metí en un gran lío. ¿Cómo explicar a mis estudiantes el concepto combinado de ética y analítica de datos?

Lo primero que se me ocurrió fue recurrir a YouTube para encontrar algún video sencillo de comprender para mí y mis estudiantes y ahí me demoré un montón de tiempo. Nada me satisfizo. Posteriormente, recurrí a mi memoria para recordar escenas de películas donde aparecieran escenas sobre Ética y Analítica, encontré un par que me parecieron muy didácticas y esta fue la clave. Ya había aprendido, ahora era el turno para mis estudiantes y les devolví el balón.

Les expuse una breve descripción de las nociones extraídas del texto de Aristóteles, les presenté el extracto que encontré y les propuse que, para aprender, debían encontrar escenas sobre el tema en películas que hubiesen visto y debían resumir el planteamiento en un breve resumen. Y esto fue una maravilla. Cincuenta estudiantes “curando” escenas sobre la Ética & Analítica. Lo próximo era organizar un cine foro virtual con todo ese material.

La cuarta iniciativa fue el uso de podcast. Me convertí en un fan de este tipo de programas después de escuchar a Diana Uribe explicando el origen de esta tecnología (Uribe, 2018).  La inquietud que tenía era su potencial como herramienta de enseñanza aprovechando el poder de las historias y de nuestra tradición oral.

El reto era usarlo en mis nuevas clases a distancia. Me reuní con Sergio Jiménez coordinador de nuestra emisora Sintopia y nos explicó, a mí y a mis estudiantes, lo fundamental. Empezamos a usarlo en mi clase de Gestión para la Innovación en donde trabajamos el tema de la historia y evolución de la tecnología usando patentes. Mi tarea fue encontrar podcasts sobre el tema y juntos nos poníamos a escucharlos durante algunas de las sesiones sincrónicas.

La aceptación fue muy positiva y ello dio pie para que el proyecto del curso fuese la creación de un podcast por parte de los subgrupos de trabajo en donde estudiaran una tecnología que los apasionara y presentaran los frutos de su investigación en formato podcast. Los resultados me encantaron y los estudiantes trabajaron con gran entusiasmo durante el semestre (las tecnologías que se estudiaron fueron: El telescopio, las zapatillas para correr, la ropa inteligente, la realidad virtual, los cables submarinos, las motos eléctricas, los dispositivos para almacenar música, las nanopartículas y los audífonos).

No me preocupa la inestabilidad de internet, ya que mis sesiones no tienen que ser necesariamente sincrónicas. Pueden ser asincrónicas y cada estudiante puede ir a su propio ritmo. Y, sobre todo, para ellos es también una nueva experiencia, pues para los alumnos también cambió el paradigma y ellos se adaptan más fácilmente que nosotros los profesores".

Sin duda, experiencias como la del profesor Mejía, son evidencia de que, así como hay retos, también hay oportunidades para el cambio y la transformación.

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Juan Carlos Ochoa
Corresponsal 

Centro de Excelencia Profesoral
Bogotá, D. C., 21 de julio de 2020

Imágenes: Freepik

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