Pasar al contenido principal

Historia del Faenza-Teatro de la Paz

Los vientos modernizadores que llegaban de Europa y los Estados Unidos a principios del siglo XX trajeron consigo un adelanto tecnológico que habría de cambiar para siempre los hábitos de entretenimiento de los bogotanos: el cinematógrafo. El nuevo espectáculo masivo pronto reclamó la presencia de más y más escenarios, circunstancia que determinó la construcción de teatros como el Olimpia y el Municipal, por mencionar algunos de los primeros. 

En dicho contexto de transformaciones sociales y revoluciones técnicas, José María Saiz, dueño de la fábrica de porcelana Faenza, concibió la idea de construir un recinto que sirviera de escenario para proyecciones cinematográficas, así como para representaciones teatrales, conciertos, recitales y reuniones sociales de diversa índole. Para realizar el proyecto, se asoció con su pariente José María Montoya y juntos crearon la Sociedad José María Saiz y Compañía.  
La sociedad encomendó el diseño del inmueble al ingeniero J. Ernesto González Concha, quien en el mes de abril de 1922 presentó su Anteproyecto para un salón. En los diseños originales, la construcción aparecía con el nombre de Salón Luz: un elegante edificio en el que se destacaba su espléndida fachada con ladrillo a la vista y un motivo central en forma de herradura. 

 

La inauguración del Teatro Faenza tuvo lugar el 3 de abril de 1924 con la proyección de la película francesa El destino. El acontecimiento tuvo una gran repercusión social, como se deduce de los artículos publicados en El Tiempo, El Gráfico, Cromos y otros medios impresos de la época.  A partir de esa fecha y durante casi veinte años, el Faenza conoció un periodo de esplendor no sólo como sala obligada de proyección de estrenos cinematográficos y presentación de cantantes de moda, operetas y zarzuelas, sino también como elegante centro social para bailes y todo tipo de recepciones organizadas por las clases acomodadas de Bogotá. 

En 1945, la Sociedad José María Saiz y Compañía se liquida y vende el Teatro Faenza a la empresa Circuitos Unidos, que a su vez lo vendería, años más tarde, al Circuito Presidente. Ya sin la protección tutelar de sus creadores, el destino del Faenza comenzó a verse sujeto a los intereses económicos y a las escaramuzas jurídicas de sus dueños de turno, aun cuando hasta finales del decenio de 1950 siguió presentando filmes de gran factura. Pero la suerte del Faenza estaba echada: los vaivenes de la economía de mercado, sumados a la indolencia oficial y al paulatino deterioro del centro de Bogotá, condujeron a la decadencia del Teatro, que llegó a convertirse en sala para la proyección de películas de dudosa calidad y aun en escenario de sórdidas historias de sexo y delincuencia.

Teatro Faenza en 1929.
Fuente: archivo institucional de la Universidad Central 

Última actualización: