César Báez, coordinador académico del Departamento de Ciencias Sociales de la UC, analizó la jornada del plebiscito por la paz.
El día 2 de octubre de 2016, el país vivió unas votaciones históricas, permitiéndole a los colombianos responder una sola pregunta: ¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera? Los resultados demuestran que una vez más ganó el abstencionismo, pues solo el 37 % de los 34.899.945 habilitados para votar, hizo presencia en las urnas.
¿Por qué se abstienen los colombianos de votar? La respuesta en la que coincidieron diferentes fuentes giró en torno al huracán Matthew y las precipitaciones que se presentaron en diferentes regiones y que dificultaron el comienzo de los comicios. Tal vez nuestras visiones socioculturales nos permitan buscar respuesta en factores externos y con ello encontrar cierta tranquilidad y aceptación a la realidad que vivimos.
Sería prudente seguir profundizando en por qué la mayor parte de la población no votó, y es aquí donde se pueden encontrar varias razones. Entre ellas, esa mentalidad apolítica que suele invadir no solo a los jóvenes, como una moda para no querer debatir o argumentar su posición frente a un determinado proceso. Y claro, al no ser víctimas directas de un conflicto que ha consumido en mayor medida las zonas rurales del país, no encuentran mayor sentido en hacer presencia en las urnas
De otro lado, también se podría cuestionar el miedo de una sociedad como la colombiana. Una sociedad que ha sobrellevado un conflicto de muchas décadas, particularmente, en aquellas zonas donde los neoparamilitares o las bacrim establecen sus propias territorialidades y donde la movilidad se convierte en un verdadero desafío para poder acceder a los lugares de votación.
Existe un elemento que no podemos dejar de lado y es la forma sistémica como se han eliminado las cátedras de historia y geografía en las aulas escolares. La escuela que tenemos, al estar direccionada a las pruebas estandarizadas, le da prioridad a las denominadas Ciencias Exactas y aquellas que hacen parte del campo de las Artes, Humanidades o Ciencias Sociales, terminan por convertirse en los rellenos que ocupan las horas que quedan.
Como resultado tenemos bachilleres que egresan desconociendo la historia del conflicto armado, de su territorio nacional, que no saben las problemáticas que viven diferentes regiones. Ahí tal vez, como se puede observar en el mapa de los resultados electorales, está la diferencia entre la cantidad de votos que ganaron por el Sí y el No, entre los departamentos internos y aquellos que integran la periferia nacional.
La situación es una, el 63 % de la votación habilitada en el país permitió que el 37 % respondiera la pregunta y que el resultado direccione el acontecer de un proceso de negociación que busca la desmovilización de un grupo al margen de la ley, el más antiguo en el continente.
La comunidad internacional hoy interroga dos cosas. La primera, ¿cómo es que un presidente tiene que preguntarle a su población si quiere un acuerdo de paz o no? Es que el plebiscito es un mecanismo de consulta que se hizo por decisión propia del Primer Mandatario. Y la segunda, ¿cómo sobre ese 37,43 % se impuso el No por una diferencia de tan solo 53.894 votos, teniendo sobre las mesas 86.243 no marcados y 170.946 nulos?
Varios análisis quedan pendientes. Uno de ellos es que en las poblaciones que han tenido que vivir el conflicto armado en carne propia, esos lugares que han puesto los muertos como, por ejemplo, Bojayá (Chocó), el Sí tuvo un total de 96 % de los votos, frente a un 4% que apoyó el No. Ahí, donde el 2 de mayo del 2002 un cilindro bomba detonado en una iglesia terminó con la vida de más de 100 personas, en medio de un enfrentamiento entre el bloque 58 de las Farc y el bloque Élmer Cárdenas de las AUC.
De la misma manera, sería prudente revisar los resultados internacionales, como en Venezuela donde se presentó una abstención del 91.74 % y el 8,26 % que hizo presencia en las urnas, arrojó un 64,13 % a favor del Sí. En Estados Unidos se contó con una abstención del 82.15 %; en Paraguay, del 73,19 %, y en Emiratos Árabes Unidos, del 63,79 %. En estos tres consulados, además de Panamá, Costa Rica y el Salvador, el No tuvo la mayoría de los votos.
¿Y ahora qué sigue? Esa es la pregunta que ronda a los colombianos, mientras esperamos las propuestas del No para renegociar los puntos del acuerdo, para volver a La Habana y hacer todo lo posible para que no se levante la negociación. Solo atacando los males que genera el abstencionismo, algún día podremos hablar en todo su esplendor de la palabra democracia.