Esta avenida ha sido testigo y escenario de eventos históricos, sociales, culturales, políticos y religiosos que la acreditan como la más antigua y representativa de la ciudad.
Desde 2012, este corredor vial, además, es de uso peatonal. Esta circunstancia ha llevado a que se reduzcan los niveles de contaminación, pero ¿es una medida eficiente en términos de movilidad?
La carrera séptima es una de las vías más antiguas y emblemáticas de la capital colombiana. Prácticamente, existe desde antes de la fundación de la ciudad. En la actualidad, se extiende desde el tradicional barrio 20 de Julio, en el sur de la ciudad, hasta el norte, donde conecta con la carretera Central del Norte, que comunica a la capital con la sabana y el norte del país. En el periodo prehispánico fue un camino indígena, que los españoles denominaron el camino de la Sal porque comunicaba a Bogotá con los pueblos productores de este mineral. Ya fundada Santa Fe, se convirtió en el camino que la comunicó con Tunja y los pueblos del norte de la sabana. A mediados del siglo XX, recibió el nombre de calle Real. Allí se concentraba el comercio y era la principal zona residencial de Bogotá.
A lo largo de su trayecto, se aprecian históricos escenarios y construcciones, como la icónica plaza de Bolívar, la Casa de Nariño, la Catedral Primada de Bogotá, el Palacio de Justicia, la Casa del Florero, el museo de El Chicó, el museo Nacional y la imponente Torre Colpatria, entre otros. Es un sendero en el que, gracias a su arquitectura, convergen diversos periodos de la historia bogotana.
Desde entonces, los usos que le ha dado la población capitalina han sido diversos. En la actualidad el tramo comprendido entre las calles 10 y 24 es de uso peatonal. De 8 a.m. a 6 p.m. es una vía exclusiva para peatones. A partir de esta hora también se abre para vehículos y los transeúntes pueden movilizarse, además de los andenes, por el carril occidental, diseñado para su uso exclusivo.
Con la peatonalización de la carrera séptima se pretendió darles prioridad a los ciudadanos y reducir los niveles de contaminación, además de crear espacios de recreación para los capitalinos. Según la Secretaría Distrital de Ambiente, luego de la adopción de la medida, en septiembre de 2012, por este sector dejaron de circular 10.786 vehículos. De esta manera se ha conseguido reducir los niveles de contaminación en esta área en un 14%. Se calcula que se dejan de emitir 563 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.
Además, como afirma Piter Alexánder Peña, auxiliar de Policía de la zona, han disminuido significativamente los índices de inseguridad en este sector del centro. Esto obedece, entre otros aspectos, al incremento del flujo peatonal y a la reducción de la indigencia. Tradicionalmente, esta vía, especialmente en el trayecto peatonalizado, ha sido considerada como una de las más inseguras, congestionadas y ruidosas de la ciudad.
La peatonalización ha traído beneficios para los ciudadanos y les ha brindado la oportunidad de movilizarse libremente durante el día; pero no todo es color de rosa. Los gremios de comerciantes y de transportadores de la zona se han visto enormemente afectados con la medida, ya que han disminuido las ventas y los trancones se hacen cada vez más intensos en las calles que han sustituido el trayecto de esta vía.
Según Martha Garzón, comerciante de la zona, sus ventas se han reducido en un 50 %. Cifras como esta no dejan de preocupar a sus colegas, quienes afirman que el gobierno distrital ha incumplido su promesa de generar espacios publicitarios en la televisión con el propósito de invitar a los bogotanos para que visiten el centro y hagan sus compras allí. Por otra parte, los transportadores y los usuarios del transporte público se han visto seriamente afectados, ya que no hay suficientes vías alternas que conecten la ciudad de norte a sur, lo que genera 'gigantescos' trancones en las carreras 10, 5 y 3, las cuales no dan abasto.
Esta iniciativa sigue siendo motivo de debate debido a la congestión constante que se presenta en el centro de la ciudad. La Administración Distrital ha implementado medidas como el esquema de alta ocupación, que restringe la circulación de vehículos particulares con una ocupación inferior a tres pasajeros. En el Decreto 575 de 2013 se establece una multa de $308.000 para quien incumpla esta disposición, la cual empezó a regir a partir del 1.° de mayo.
Cumplidos 2 años de su implementación, la carrera séptima será sometida a obras de adecuación, en el tramo comprendido entre la calle 10 y la avenida Jiménez, con el fin de rodear la vía de árboles y construir un andén de un solo nivel.
También se ha contemplado la posibilidad de semipeatonalizar el tramo comprendido entre las calles 10 y 24; es decir, que el carril oriental vuelva a ser de uso vehicular, mientras que el occidental siga siendo peatonal. Esto como medida de choque para mitigar los problemas de movilidad que aquejan a esta zona.
Aunque el panorama general de la movilidad en Bogotá no es alentador, los usuarios del transporte masivo se quejan a diario del mal servicio, de la demora de las rutas, de los persistentes trancones y del pésimo estado de la malla vial.