Esta columna fue publicada en la edición dominical de El Espectador (26 de junio de 2016), sobre cómo la Universidad Central contribuirá a la construcción de una paz duradera en Colombia.
El pasado miércoles 22 de junio Colombia despertó con la esperanzadora noticia del acuerdo entre el Gobierno nacional y las Farc en torno al cese al fuego bilateral. El inminente “Fin del conflicto” —como se ha denominado a este punto de las negociaciones— es, en realidad, un punto de partida que implica numerosos retos para todos los colombianos, en función de garantizar que el país avance hacia una paz efectiva y el no retorno a la situación de guerra que durante décadas hemos padecido.
Algunos de esos retos recaen directamente sobre el sector educativo: aspectos clave en la construcción de la paz y en su sostenibilidad, tales como el perdón, el respeto por la diferencia, la capacidad crítica y argumentativa, el enriquecimiento de las dimensiones afectiva, cultural y social de la vida de las personas, el desarrollo económico en un marco de preservación del medio ambiente y, en fin, el logro de una sociedad más equitativa están directamente relacionados con la educación. En la medida en que los agentes que intervenimos en el sistema educativo colombiano logremos garantizar la efectividad del mismo en relación con los aspectos mencionados, se podrá considerar que habremos logrado brindar al país una educación de calidad.
Ahora bien, el proyecto de decreto por el cual se crea el Sistema Nacional de Educación Terciaria (SNET), presentado por el Ministerio de Educación (MEN) hace pocos días, fija su objeto justamente en términos de calidad y pertinencia (artículo 1). No obstante, sorprende el hecho de que los artículos siguientes del texto presentado por el MEN parecen asumir la calidad y la pertinencia de la educación superior (o educación terciaria) en relación casi exclusiva con su efectividad para propiciar la inserción en el mercado laboral de quienes se forman en este nivel educativo: por ejemplo, términos clave como cualificación y competencia se definen en relación directa con el empleo, y el artículo 17 (el más extenso del proyecto de decreto) está dedicado a establecer el papel del sector productivo en el SNET, atribuyéndole, entre otras, la facultad de participar directamente en el diseño de los currículos de los programas pertenecientes a la educación técnica.
Si bien el desarrollo de las llamadas competencias para el trabajo es uno de los objetivos de la educación y el sector productivo —en tanto que es una de las fuerzas vivas de la sociedad— tiene valiosos aportes por hacer en relación con la educación, la pertinencia de esta última no puede leerse únicamente en función de su correspondencia con las necesidades del mercado laboral.
Al celebrar 50 años de su fundación (ocurrida el 30 de junio de 1966), la Universidad Central pone a consideración de la sociedad colombiana la manera en la que entiende la pertinencia como uno de los principios orientadores de su Proyecto Educativo Institucional (PEI). Este contempla cinco sentidos complementarios del concepto de pertinencia:
a) Pertinencia social. Capacidad de la educación para propiciar la identificación, el análisis y la solución de problemas en los ámbitos local, regional, nacional y mundial.
b) Pertinencia académica. Producción, circulación y difusión del conocimiento, la crítica, la creación artística y el disfrute estético, en el marco de las funciones de formación, investigación e interacción social de las IES.
c) Pertinencia laboral. Formación de profesionales que no solo atiendan a las demandas del sector industrial y de servicios, sino que también lleven a cabo acciones innovadoras, oportunas y con responsabilidad social.
d) Pertinencia cultural. Reconocimiento de las cosmologías, los saberes, las creencias y las prácticas de grupos pertenecientes a etnias y culturas diversas, y desarrollo de prácticas no discriminatorias en lo cotidiano.
e) Pertinencia ecológica. Reorientación y reinvención de las condiciones políticas, estéticas y éticas hacia prácticas que incidan en la preservación de la vida y en el fortalecimiento de la biodiversidad.
Una educación superior que satisfaga estos cinco sentidos de pertinencia tendrá más probabilidades de realizar una contribución efectiva a la construcción de una paz duradera en Colombia.