Hacer un intercambio sí es posible y puede convertirse en una de las mejores experiencias de la vida universitaria. Tenga en cuenta las siguientes recomendaciones y anímese a salir del país.
La vida universitaria no suele ser aburrida, ya sea por el corre-corre constante en cada trabajo final, la complejidad de los cursos que va en aumento, conocer personas nuevas de otras carreras en los cursos de libre elección o por los lazos de amistad con los compañeros de estudios. Pero, en los últimos semestres, es inevitable no llegar a cierta zona de confort: cada vez es más fácil reconocer los periodos álgidos y aquellos en los que se puede, sin ningún reparo, pastar y socializar.
Esta recta final también viene con cierta sensación de zozobra por el futuro profesional. La comodidad de la vida estudiantil irremediablemente va llegando a su fin y es importante fijarse en las alternativas del mercado laboral y en las capacidades que pueden representar una diferencia —y una ventaja—respecto al resto de personas que, dentro de muy poco, serán nuestros colegas y estarán compitiendo por las mismas oportunidades.
Una gran manera de salir de esa zona de confort y, de paso, trabajar en nuevas habilidades que signifiquen un diferencial en el mundo laboral es el intercambio académico. Es una experiencia llena de altibajos, papeleo, espera, dinero; pero son poco una vez se logra llegar al país escogido y ver que cada esfuerzo valió la pena. Sin lugar a duda es la mejor inversión.
Todo este proceso se parece a una gran bola de nieve, con cada requisito cumplido, cada trámite resuelto, se va dando cuenta de que ¡sí es posible! La mejor motivación es ver cómo los planes que parecían al principio ser casi inalcanzables, con paciencia y planificación son realizables.
Por eso, es muy importante tener presentes todos los factores para hacer la mejor elección: el idioma, el clima, el nivel de vida de la ciudad, así como los requisitos que pide el país para ser considerado estudiante; el nivel académico de la universidad, es decir, estar al tanto de si hay un mínimo de créditos para cursar o qué cursos se pueden escoger; también, informarse de los grupos que apadrinan a los estudiantes de intercambio, pues son una valiosa ayuda en este proceso y seguramente están familiarizados con las preguntas que puedan surgir.
No vaya guiado únicamente por su ilusión de vivir en otra ciudad, trate de informarse lo mejor posible, de pensar en todos los escenarios a los que se puede enfrentar estando allá. Averigüe si encaja en el estilo de vida, recuerde que más que un intercambio académico es una experiencia que le dejará los mejores recuerdos.
Se trata de una gran oportunidad para crecer personalmente; esta experiencia no solo hará que se relacione con personas de diferentes culturas, religiones y hábitos, lo que expandirá su comprensión del mundo, también será un proceso de autodescubrimiento. Se dará cuenta de las cosas que puede hacer por su cuenta y le dará la oportunidad de reinventarse.