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¿La evidencia estadísticamente significativa no es significativa?

César Serna, docente de Estadística de la UC, explica qué hay detrás del fenómeno de las encuestas fallidas que no pronosticaron el triunfo del ahora presidente electo de EE. UU., Donald Trump.

César Augusto Serna, profesor Dpto. de Matemáticas

 

Muchas veces en los estudios de opinión, se asume que la información recolectada para ofrecer una mirada global del comportamiento del fenómeno de interés es suficiente para hacernos una buena idea de lo que está sucediendo en este contexto.

Es el caso de las elecciones presidenciales o las decisiones políticas locales, departamentales o nacionales; tales como el plebiscito en Colombia o las elecciones presidenciales en Estados Unidos, donde diversas empresas expertas en percepción y mercadeo se dedican a estimar los eventos propensos a ocurrir.

Sin embargo, la forma en que se hace este trabajo, es decir, la determinación de la cantidad total de muestra estadísticamente suficiente para cubrir el estudio, la cantidad de personas u hogares que han sido efectivamente encuestados, la forma de cubrir todos los nichos o grupos de interés (target) como jóvenes universitarios, adultos mayores, comunidades indígenas, grupos marginados, personas con algún tipo de incapacidad física, entre otros; además de la cobertura geográfica del estudio, y la forma honesta y profesional de tratar analíticamente la información recolectada, no siempre es la correcta.

Todas las condiciones mencionadas anteriormente son supremamente importantes para poder lograr una buena aproximación del escenario real, para determinar un buen pronóstico de los acontecimientos políticos que afectan he inciden en nuestro acontecer cotidiano.

Son precisamente estas condiciones las que hacen que en cualquier estudio y, en este caso, los estudios sociales y políticos, se propicie un concepto estadístico llamado “Significancia Estadística”, que asegura que cualquier inferencia o proyección que se haga acerca de las decisiones políticas tomadas por la población objetivo, a partir de la muestra recolectada, sea una realidad muy aproximada de lo que realmente va a ocurrir.

Desafortunadamente, este proceso analítico es frágilmente franqueable, pues cualquiera de las etapas señaladas inicialmente se pueden interceptar y de manera intencionada se pueden violar las condiciones óptimas de trabajo, en especial la etapa relacionada con la cantidad de encuestas a realizar porque esto implica mayor inversión en recursos para lograr las encuestas necesarias, inversión que nadie quiere asumir.

Lo más delicado de esta situación es que las conclusiones a las que llegan los estudios en definitiva no son reales, pero son usadas para publicar favorabilidades en medios masivos de comunicación y, de forma implícita, manipular la opinión de una cantidad importante de la sociedad que aún tiene fe en la fidelidad de la información reportada en estos medios.

En esta situación, cualquier reporte estadísticamente favorable para algún partido político puede ser una realidad no probada y en muchas ocasiones ni siquiera proviene de estudios rigurosos, simplemente son “sondeos”, una especie de evaluación no probabilística del escenario en condiciones no reales, la cual puede estar viciada por la forma en que se seleccionan a los encuestados o por la conveniencia de las respuestas al formulario, condicionadas a la recompensa por responder a dicha evaluación. En estos escenarios la evidencia estadísticamente significativa no es realmente significativa.

 

César Augusto Serna
Docente de Estadística, Universidad Central
Bogotá, D.C, 15 de noviembre de 2016
Imágenes: Dpto. de Comunicación y Publicaciones
Última actualización: 2019-03-15 17:57