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Dos apuntes sobre poesía

En el Día Mundial de la Poesía reflexionamos sobre la escritura poética, una realidad y un misterio que, a pesar de sus variaciones, no pierde vigencia.

"Guitarra y paloma" - Rafael Alberti
"Guitarra y paloma" - Rafael Alberti (Témpera rodeada por fragmentos autógrafos de cuatro poemas del autor).

Poesía y pensamiento

Oponer poesía y pensamiento es un vicio común —y viejo—, que pone en entredicho el rigor de espíritu y el esfuerzo intelectual que compromete al poeta ante la página en blanco.

Paul Valéry, escritor y filósofo francés, dejó en claro que este “contraste clásico y como cristalizado por el lenguaje” le parecía brutal y cómodo, pues quien escribe, quien hace de la palabra un arte —una artesanía—, reconoce un estado de emoción, de inspiración ante el mundo ordinario, pero, al mismo tiempo, asume el desafío de crearlo en los otros.

El pensamiento subsume, así, la voluntad de creación del poeta. Si no existiera una disposición primera de decir, de traducir, de tallar figuras en el material marmóreo de la palabra, no podríamos enfrentarnos a una obra, a un poema propiamente dicho. La poesía existe por sí sola, diría Octavio Paz, pero irresoluta, revelada a medias. Quien escribe, entonces, asume la acción de fijar, verbalizar y contener la emoción de lo poético:

“Hay poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos: son poesía sin ser poemas. Pues bien, cuando la poesía se da como una condensación del azar o es una cristalización de poderes y circunstancias ajenos a la voluntad creadora del poeta, nos enfrentamos a lo poético. Cuando —pasivo o activo, despierto o sonámbulo— el poeta es el hilo conductor y transformador de la corriente poética, estamos en presencia de algo radicalmente distinto: una obra”.

La poesía, así, se entiende como una substancia que, aunque tiene una existencia propia en el mundo exterior —tal como afirmara un poeta mexicano como José Gorostiza—, cobra real forma en el lenguaje, en la urdimbre cuidadosa del lenguaje, que, indómito, opone mil resistencias a la mano que lo somete. Gorostiza mismo afirmaba que “el conocimiento y el gusto del idioma no se adquieren temprano en la vida y su completo dominio es cosa de la que nadie puede jactarse sin caer en vanidad”.

Lo poético se expresa en modos cambiantes y contradictorios

Reconocer que la creación poética depende de una disposición y trabajo consciente, no es suficiente, sin embargo. Cabe preguntarse si lo poético se revela en el transcurso de la historia siempre de la misma manera y bajo los mismos procedimientos.

Como explica Hugo Friedrich, crítico alemán, en el siglo XIX la poesía atravesó por un proceso de transformación que separó la lírica nueva de las formas de expresión precedentes. Hasta entonces, “la poesía ocupaba un sitio en el ámbito sonoro de la sociedad, era esperada como una representación idealizada de materias y situaciones […], como un consuelo, incluso cuando tenía por tema lo demoníaco”.

Con el pasar de los años, la tradición se vio bruscamente interrumpida y el poema se convirtió en una forma de oposición a la vida de entonces, en “el lenguaje de un sufrimiento que gira sobre sí mismo, que no anhela curarse, sino que únicamente aspira a la palabra matizada”. Así, la comunión e idealidad que inicialmente se revelaba en los versos, andando el tiempo se desmoronó en manos del poeta.

La escritura poética, sin embargo, la que vale la pena, es una realidad y un misterio que, a pesar de sus variaciones, no pierde vigencia. Me uno a Paz, y a su acierto en el prólogo de El fuego de cada día, para sugerir que, la poesía cambia con el tiempo, sí, “pero sólo, como el tiempo mismo, para volver al punto de partida”.

Elizabeth Carrillo Bohórquez
Coordinación de Comunicaciones
Bogotá, D. C., 21 de marzo de 2019
Imágenes: Departamento de Comunicación y Publicaciones
Última actualización: 2019-06-11 10:53