Carol Bernal, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, recuerda sus primeros días como unicentralista y saluda a los estudiantes que se vinculan a la UC este semestre.
Nuevos estudiantes unicentralistas: sé que al principio es difícil enfrentarse a un lugar nuevo, con otros compañeros y una rutina totalmente diferente. Para mí también lo fue.
Recordaré por siempre el día de la inducción. Mi tía me acompañó y no sé si ella estaba más emocionada que yo. Al dejarme frente a la Universidad sus ojos se aguaron y empezó a llorar. Me dio risa nerviosa y entré directo a preguntar en dónde era la inducción. Al saber que era en el Teatro México tuve que preguntar en la calle dónde era y una vez llegué allí quise parecer tranquila; sin embargo, los nervios se me notaban. No era la única. Todos los que estábamos allí sentíamos miedo e incertidumbre, sensaciones naturales cuando los seres humanos nos enfrentamos ante lo desconocido.
Ese día solo se me pasaba por la cabeza que estaba comenzando la etapa más importante de mi vida, que tenía que empezarla con la mejor actitud y dar mi mayor esfuerzo.
La inducción me hizo entender varias cosas, entre esas que había llegado al lugar indicado, que había tomado la decisión correcta y que no debía sentir miedo de esta nueva etapa, pues la Universidad iba a acompañarme a lo largo del camino.
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Mi primer día de clases
Después de la inducción aún faltaba el primer día de clases, donde me iba a sentir mucho más incómoda, porque les advierto, sí los hacen presentarse delante de todos sus compañeros, y no creo ser la única persona a la que eso le da pena.
El primer día no sabía ni siquiera en dónde quedaba mi salón de clase, pero iba tarde, así que no tuve opción y le pregunté al celador. Llegué corriendo al salón donde estaban mis compañeros y el profesor. Al entrar, escuché algunas risas. Pude sentir cómo me iba poniendo roja y por eso opté por sentarme en la última fila.
Ese día solo pensaba en cómo sería el resto del semestre, en cómo serían mis clases, si estaba haciendo las cosas bien, pero también pensaba en qué y con quién iba a almorzar. ¿Iba a estar sola todo el día? Todo cambió cuando decidí a hablarle a uno de mis compañeros, Alejandro, quien hoy sigue siendo mi amigo.
Todos tenemos un primer día de clases, y tanto ese como los siguientes los recordarán como los mejores de su vida.
Los dos queríamos conocer lo que podríamos hacer en el lugar donde íbamos a pasar los próximos cinco años: nos encontramos con grupos y talleres culturales, equipos deportivos, semilleros, conferencias y hasta intercambios con universidades en otros países. Nuestra participación en muchas de estas actividades a lo largo de estos años, enriqueció nuestro paso por la Universidad y nos dejó numerosos recuerdos.
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Nuevos unicentralistas: quiero decirles que ahora que estoy en décimo semestre, a punto de finalizar mi carrera, le agradezco a la vida todas las experiencias de mi paso por la Universidad: las madrugadas a clase de 7:00 a. m., el estrés por los parciales y las clases de 6:00 p. m., y las trasnochadas haciendo trabajos; porque cada una de esas experiencias me preparó para desenvolverme en lo que me gusta y estoy segura que ustedes, con el tiempo, también las van a agradecer.
El paso por la universidad no solo deja conocimientos y habilidades sino también amigos, recuerdos, lágrimas, risas y, lo más importante, la satisfacción de haber alcanzado las metas.
¡Feliz primer día de clases!