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Profesión: amigos del medio ambiente

No tienen títulos académicos y, dicen, algunas personas los miran con recelo, aunque en su trabajo como recicladores está la clave del futuro del planeta. 

Recicladores

 

Ellos, los recicladores. Esos personajes que incansablemente recorren las calles de nuestras ciudades hurgando entre las montañas de basura que resultan de nuestro poco ecológico estilo de vida, en busca de materiales y productos reutilizables. Desde plásticos hasta papel, pasando por objetos de vidrio y de madera. Esos elementos que para nosotros no son más que desechos, son recuperados por ellos para darles un nuevo uso.

La labor de los recicladores resulta fundamental para aliviar la presión que los seres humanos ejercemos sobre los recursos de nuestro planeta. En el curso de la Semana de la Administración, que se realizó entre el 1 y el 5 de noviembre pasados, la UC dedicó una jornada a reflexionar sobre el importante papel que cumple este colectivo en la sociedad. Para ello, invitó al brasileño Thiago Mundano, conocido internacionalmente por visibilizar y dignificar la labor de los recicladores mediante la intervención artística de sus principales instrumentos de trabajo: las carretillas.

A continuación, Noticentral presenta el perfil humano de algunos de los recicladores que asistieron al evento, donde se evidencian las grandes dificultades que plantea este oficio, pero también su inmenso valor para la economía y, sobre todo, para el futuro de la Tierra.

Miguel Grosso (44 años como reciclador)

Tiene 54 años y solo cursó hasta segundo de primaria. Apenas lee y escribe, y desde los 10 años trabaja en el oficio del reciclaje. Antes tenía una zorra con su caballo, pero cuando la Alcaldía prohibió el uso de estos animales como medio de locomoción, Miguel recibió una carretilla para trabajar en el cuadrante de la calle 22 a la 26, entre las carreras quinta y décima.

Recicladores

 

La familia de Miguel está compuesta por cuatro hermanos y su mamá (de 96 años), a quienes ayuda económicamente. Él se describe como una persona cordial, por eso, dice, todos le colaboran y le entregan el material de reciclaje que luego vende. En promedio, gana un millón de pesos al mes, el cual debe compartir con Elizabeth, su compañera de cuadrante. Según Miguel, este trabajo es muy duro y lo que gana no le alcanza, ya que debe pagar arriendo y aportar para la alimentación y los servicios.

Justo cuando pasaba por la Carrera Séptima, Miguel se enteró que Thiago Mundano estaría en la Universidad Central trabajando con algunos recicladores. Y ahora, con su carretilla decorada por el artista brasileño, espera motivar a más personas para que reciclen, lo ayuden a él y al medio ambiente.

Elizabeth Mosquera (15 años como recicladora)

Es bachiller y tiene un título de técnica en electrónica, sin embargo, solo ejerce este oficio en su casa cuando se daña algún aparato. Su mundo siempre ha sido el reciclaje.

Esta madre cabeza de familia, con tres hijos, trabaja en la localidad de Santa Fe desde hace unos cinco años, entre las calles 26 y 22 y desde la carrera quinta hasta la décima. Ella es la compañera de cuadrante de Miguel. Los dos trabajan desde las 12:00 a. m. hasta las 5:00 a. m. y se turnan para desempeñar las mismas funciones. Ambos usan el uniforme que, como dotación, les entrega la Alcaldía cada año para identificarlos como recicladores.

Para Elizabeth, su labor ha hecho que más personas se hayan sensibilizado sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente y contribuir a salvar el planeta. Dice que le gusta el trabajo que hace y su parte social, pero desearía tener mejores ingresos. Según ella, muchas personas los tratan bien, pero también hay quienes los discriminan y los consideran habitantes de la calle. De hecho, asegura, en muchos casos la misma Policía no los deja trabajar porque piensa que solo llevan basura.

A las personas que los miran con desconfianza, Elizabeth les comparte la siguiente reflexión: “Somos trabajadores como cualquier otro y, con la labor que cumplimos, estamos contribuyendo a salvar el planeta. Por ello, les pido que no nos discriminen, sino que nos vean bien y nos apoyen, ya que nuestra labor es muy bonita porque ayuda a preservar el medio ambiente”.

Amanda Cuéllar (10 años como recicladora)

Amanda pertenece a la Asociación Colectivo Loma Verde, conformada por nueve mujeres cabeza de hogar, recuperadoras ambientales y talleristas. Con algunos materiales reciclados, ellas elaboran objetos como bolsos, carteras y artesanías, con los que posteriormente hacen intercambios en exposiciones y ferias. Amanda se gana entre 600.000 y 700.000 pesos mensuales. No tiene hijos, pero sostiene a su papá de 72 años.

Está a dos semestres de terminar la carrera de Ingeniería Ambiental en la Universidad Javeriana. No tiene beca y estudia en horario nocturno con muchos sacrificios (“con mucho trasnocho y sudor”, dice). Cuenta que los compañeros le aconsejan que no falte a clase y le ofrecen ayuda en todo momento para que pueda culminar su carrera.

Una vez que obtenga el título profesional, Amanda se propone ampliar la Asociación Colectivo Loma Verde junto con sus compañeras, para prestar un mejor servicio a la comunidad y a otras localidades. La asociación se sostiene con los ingresos provenientes de las actividades de reciclaje y de recuperación ambiental, así como de los talleres que dictan.

Cuentan con el apoyo de la Alcaldía y la Imprenta Distrital, que les colaboran regalándoles una gran cantidad de material reciclable, que posteriormente venden. El dinero producto de esas ventas es para la organización.

Se siente muy bien desempeñándose como tallerista. Según ella, “es una labor que realiza no para que le paguen, sino más bien con un sentido social, ya que con ella se busca la recuperación del medio ambiente”.

Martha Rosalba Martínez Rodríguez (25 años como recicladora)

Pese a que no gana mucho (unos 350.000 pesos al mes), Martha se siente muy bien desempeñando la labor del reciclaje, porque le permite ser independiente, manejar su tiempo y contribuir a cuidar el planeta. Trabaja con su hija de 21 años, Leidy Katherine Acosta, quien alterna el estudio con el reciclaje.

A las personas que la miran con recelo, les da el siguiente consejo: “Tomen conciencia de que nosotros ayudamos a que no se siga acumulando basura en el relleno de Doña Juana y, con ello, contribuimos a cuidar el planeta. Les pedimos que nos colaboren separando los residuos orgánicos (por ejemplo, restos de comida y papel higiénico) del material reciclable, ya que esto facilita enormemente nuestro trabajo”.

Gloria Yineth Perilla Enciso
Coordinación de Comunicaciones
Bogotá, D.C., 16 de noviembre de 2016
Imágenes: Dpto. de Comunicación y Publicaciones
Última actualización: 2019-03-05 15:28