En el Día del Arquitecto, Carolina Torres Prado, directora del Proyecto Campus de la UC, habla del aporte de su profesión a la comunidad.
La arquitectura y sus espacios logran transformar las dinámicas en los entornos donde se implantan, convirtiéndose en herramientas para transformar sociedades.
Conformando hitos dentro del espacio urbano como piezas singulares, que se convierten en referentes y elementos de orientación, creando así recordación y percepción de zonas para los habitantes de la cuidad.
El propósito de la arquitectura debe ser lograr de manera sutil cambiar percepciones y generar actividades específicas, convirtiendo como protagonistas de los espacios a sus usuarios y visitantes, permitiéndoles que se apropien y se identifiquen con ellos.
Un claro ejemplo de la arquitectura como herramienta de transformación es la apuesta de la Universidad Central con el desarrollo del Proyecto Campus en el centro de la capital, que desde su plan maestro apunta a aportar a la ciudad y a su entorno inmediato. Cediendo y conformando espacios públicos importantes se crean circuitos, consolidando sus equipamientos con un solo lenguaje que fortalezca y consolide su imagen hacia el exterior y el interior de la entidad, abriéndose al sector y vinculándolo al proyecto. Una invitación a los habitantes a participar de las actividades que generarán interacción y nuevas dinámicas con todo su entorno.
La arquitectura en este caso le apunta a espacios permeables que se relacionen con la cercanía a los cerros de Bogotá interactuando directamente con el entorno y la ciudad, generando plazoletas de acceso que no hagan pesadas las nuevas edificaciones e innovando con un campus vertical que genere un balance entre la construcción y el espacio abierto ausente en esta zona. Brindando, además, bienestar para la comunidad unicentralista, sus estudiantes, docentes y administrativos, quienes encontrarán diferentes formas de relacionarse, estudiar y trabajar.
Es así como la arquitectura tiene la capacidad de implantarse de una manera natural creando ciudad. Nosotros, los arquitectos, tenemos la responsabilidad social desde el diseño y la construcción de lograr que estas nuevas edificaciones respondan y aporten al desarrollo de la comunidad, convirtiéndose en hitos que perduren en el tiempo y tengan la capacidad de transformarse y adaptarse a los nuevos tiempos, respetando la historia del lugar, reconociendo su implantación original como una guía para la transformación.
